«Dos semanas después»
Georgia.
—A nadie le agrada el nuevo profesor —reclama Sophie—. Creo que deberíamos reunir firmas y que se vaya de la universidad.
—Cierto. ¡No puedo asimilar este desplante!
Yo junto los dedos, escuchando como todos reclaman el hecho de que nuestro profesor de anatomía nos haya echado de la clase.
—No creo que deban estar enojados —digo, por primera vez tomo la palabra—. Ha sido nuestra culpa el que nos hayan echado.
—Aun así. No hay excusa para ese viejo cascarrabias —reprocha Livy—. No quiero verlo.
—Nadie quiere verlo. De hecho todos le odiamos.
Ruedo los ojos.
El profesor no ha hecho nada para que le odiemos, pero mis nuevos compañeros son malcriados y caprichosos. Yo al contrario sí estoy molesta, pero no con el profesor. Estoy molesta conmigo por seguirle el juego a los chicos y permitir que me echaran.
Es nuestra última clase, ya está anocheciendo. De igual forma no podíamos perder un examen tan importante.
—Ya olvidemos el tema —sonrío, para aligerar el ambiente—. Tendremos más oportunidad de presentar el examen.
—Tú tienes suerte de que no tienes a tu hermano vigilándote las veinticuatro horas —refuta Sabrina, una nueva chica que se ha unido a nosotros desde hace algunos días—. Mi hermano probablemente está planeando como castigarme.
Todos ríen, menos yo. Porque sí conozco ese sentimiento. Franco no es mi hermano mayor, pero es muy sobre protector y quiere tenerme a la vista siempre, sin importarle que mi espacio personal es eso... ¡Personal!
Y no solo él. También papá.
Ambos quieren estar vigilándome, y no me castigan, pero sí me agobian.
—Tienes casi veintiséis y te cuidan como una bebé —se burla Stefani—. Que mal.
—Como sea. Espero que el profesor se largue... —se calla, me hace a un lado y fija su atención en un solo punto—. Maldición —gruñe y lleva las manos a la cabeza—. Ahí viene mi hermano.
—Tranquila —le doy ánimos con un apretón de mano—. Intentaremos arreglarlo.
Hace una mueca y la deshace cuando su hermano habla.
—Espero que tengas una buena excusa para esto —frunzo el ceño y me doy vuelta para ver de quien es esa voz conocida.
Oh, por Dios.
Dean Cox.
Es el hermano mayor de Sabrina.
Todos hacen silencio ante la llegada del imponente Cox. Sabrina chasquea la lengua y hace una pequeña pataleta, mientras que su hermano levanta una ceja en espera de una respuesta.
—Habla, Sabrina.
—Yo...
—¿Dean? —intento saludarlo, y aunque por un momento pienso que no va a reconocerme, parece que sí lo hace. Su rostro se relaja y deshace el ceño fruncido, y sonríe.
—Georgia, hola. ¿Qué tal? —le da un vistazo a Sabrina—. Luego hablaré contigo.
—Eh, todo bien. Un poco frustrada.
—Eso veo —me mira de pies a cabeza, sin disimulo—. Yo... quería hablar contigo desde aquella noche. ¿Crees que se pueda ahora mismo?
Mmm.
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Dulce Enigma
Roman d'amourDulce Enigma cuenta la historia de una estudiante de medicina y un empresario magnate. Ella decide estudiar su último año de medicina en Londres, sin saber que la estadía en ésta ciudad cambiará su vida para siempre. John Conner en un empresario mi...