Capítulo 23

5.2K 325 211
                                        

Georgia.

—Quiero conocerte. No puedo vivir con un desconocido.

Acaricia mi brazo, y yo dibujo círculos en su pecho, mientras lo abrazo.

—Búscame en Google —responde, desinteresado.

—Tonto. Me refiero a conocerte realmente. Solo sé lo que todos saben.

—Yo también sé de ti lo que todos saben. Para mí también eres un enigma, Georgia. Un dulce enigma.

—Es porque no me preguntas nada.

—Así es mejor.

—Háblame de ti. Te quiero conocer realmente.

—¿Que quieres saber?

—Todo.

—Mi familia es Británica —contesta con ironía—. Crecí en España y luego me vine aquí en mi adolescencia. Tuve un hermano... —hace una pausa, su corazón comienza a latir rápidamente—. Mason Conner. Él creció conmigo y fue la única figura paterna que tuve, ya que papá nunca estuvo para mí —me abraza fuerte, como si no quisiera seguir hablando—. Murió hace más de veinte años y fue lo más duro que pasé en mi vida. No tengo más familia, que recuerde.

—¿Masón estaba casado? ¿Qué edad tenia?

—Tenia treinta años. Y no estaba casado.

—Lo siento —susurro, con un nudo en la garganta—. Fue muy difícil para ti. Aún te afecta, ¿cierto?

—Sí. Pienso en él todos los días. Me hubiera gustado que Mason también fuera mi socio en la empresa.

—¿Que hay de tu pasado? ¿Te has enamorado antes? ¿Has tenido una pareja?

Se tensa.

—Háblame tú. Háblame de tu vida.

Vale. No quiere hablar sobre su pasado y no pienso presionarlo. Hice un avance muy bueno al escucharlo hablar sobre su hermano, así que no voy a seguir insistiendo.

—Ya conoces a toda mi familia, así que no te hablaré de ella. Yo... no lo sé. Nunca tuve una pareja —jugueteo con los vellos de su pecho—. Tampoco me he enamorado, nunca. Antes me gustaba un chico, en el cole. Pero mi papá fue muy sobre protector. Temía que arruinara cualquier romance que tuviera. Así que no le di mucha importancia. No tuve muchas amistades, siempre estaba enfocada en mis estudios —tomo una bocanada de aire—. Ahora tengo algunos compañeros, pero no los puedo considerar aún mis amigos.

—¿Y qué hay de tus admiradores?

Sonrío.

—No me interesaba nadie.

—Aún tienes muchos admiradores.

—¿Te refieres a Dean? —me rio a carcajadas cuando pellizca mi cadera. Intento alejarme y no me deja, solo me coge entre sus brazos para sentarme ahorcajadas en su regazo—. ¡Dean no me gusta!

Apoyo mis manos en su pecho. Muerdo mi labio inferior y muevo la cadera sobre su pelvis cuando siento su duro miembro maltratar mi sexo.

—Estás duro de nuevo —susurro, sin dejar de moverme.

—No cambies el tema, Georgia. Deja de nombrar a Cox. No me agrada —acaricia mis piernas, conectando mirada conmigo.

—Él no me gusta —me inclino para rozar nuestros labios—. Me gusta otra persona.

Aprieta la piel de mi muslo y entrecierra los ojos.

—¿Ah, sí?

Asiento.

Dulce EnigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora