John.
El imbécil de Dean ha preguntado por Georgia lo que va de la tarde. Insiste en verla y tiene en sus manos una estúpida caja de terciopelo. Es un obsequio por su cumpleaños, yo no oculto mi irritación al ver como no tiene vergüenza y piensa que puede darle porquerías a mi mujer. Dean se ha vuelto un grano en el culo y me enfrenta cada que se le antoja.
Mientras tanto Georgia ha salido con una de sus amigas y es por eso que Dean y yo nos encontramos impacientes en mi oficina.
Él se muere de amor por mi mujer. Se le nota en la cara que no puede soportar estar lejos de ella. Está frustrado y aún cuando sabe que ella y yo estamos juntos, él no se da por vencido. Lo miro de reojo y empuño mis manos, conteniendo las ganas de estrangularlo.
—¿En que piensas? —se ríe, mientras coge el periódico de mi escritorio.
—Siempre te consideré un hombre inteligente, Cox. ¿Quieres que te explique lo que estoy pensando ahora mismo?
Rueda los ojos.
—Mira. Entiendo tu mal genio. Pero Georgia también me interesa y descaro es mi segundo nombre —sonríe—. Me gusta y si ahora no es mía, lo será...
Me levanto de golpe y en un segundo estoy frente a él. Lo tomo de las solapas y lo levanto a la fuerza. Dean es alto, y corpulento, pero yo le duplico en todo. No me quita la mirada y se zafa de mi agarre, sacudiendo su camisa con asco.
—Íbamos muy bien, Conner.
—No te atrevas a decir otra palabra. Porque voy a cortarte la lengua en trocitos y...
La puerta de mi despacho se abre y Dylan se adentra, con cara de imbécil. Ahora no les conviene hacerse los graciosos conmigo, cualquier persona que entre por esa puerta, está condenada.
—No tengo tiempo para tus idioteces, Dylan.
Sonríe con sorna y se acerca.
—Con todo respeto, yo tampoco lo tengo para las suyas. Pero esto es de...
—¿Que dijiste? Soy tu puto jefe.
—¡Y Georgia también! —me interrumpe, con un grito que me ensordece—. Y el imbécil se nos ha escapado. Nos jugó una trampa, se hizo pasar por otra persona y así pudo camuflarse hasta perderse en el centro comercial...
Dylan sigue hablando y yo dejo de escucharlo de inmediato. Mi mente colapsa y se vienen a ella mil escenarios que no me agradan. Solo una cosa puede significar el que este maldito enfermo se haya escapado y es para buscar a Georgia. Quien salió hace poco con sus amigas. Está sin protección ahora mismo.
No puedo mantener contacto visual con Dylan. Cierro los ojos y dejo escapar un suspiro, esto no es lo que estaba planeado. Todo estaba bajo control y necesitábamos las pruebas para capturar a ese maldito depravado. ¡Joder!
—Llamaré a uno de los escoltas que vigilaban a Georgia —se ofrece Dean.
Le arrebato el móvil y me lo llevo a la oreja. Tampoco voy a soportar su enamoramiento por mi mujer.
—¿Señor Cox? —habla el escolta de Dean, en un hilo.
—Me gustaría saber que estás haciendo —respondo con un tono tranquilo y despreocupado, mientras empuño el bolígrafo—. Quisiera saber como va tu trabajo, Nick.
—Señor Conner...
—Sí, señor Conner —me burlo, para fingir mi preocupación—. ¿Donde está mi mujer?
—Yo...
—Así no quiero que empiece tu respuesta, Nick. ¿Donde está mi mujer?

ESTÁS LEYENDO
Dulce Enigma
RomanceDulce Enigma cuenta la historia de una estudiante de medicina y un empresario magnate. Ella decide estudiar su último año de medicina en Londres, sin saber que la estadía en ésta ciudad cambiará su vida para siempre. John Conner en un empresario mi...