Georgia.
Hoy ha sido mi primera cita con la doctora, estuve nerviosa y pasé tres días pensándolo. Aún no me creía que estaba embarazada, así que no estaba segura sí quería empezar mi nueva vida como madre. Al final bastó una charla con mamá la cual me ayudó mucho, dándome pequeños consejos y deseándome lo mejor.
¿Y la verdad? No sé qué haría sin ella. Aún cuando debería estar enojada conmigo, estuvo toda la mañana al pendiente de que mi cita con la doctora saliera estupenda, asegurándose de que no solo yo me encontrara bien, también el bebé.
Me cuesta decirle así, han pasado cuatro días desde que me enteré y no puedo decir esas palabras. Es como si no fuera real, como si esto fuera un mal sueño. Yo... amo a los niños, pero nunca creí que tendría uno tan rápido. Yo no me siento preparada, ni mental ni físicamente. He pasado noches donde pensaba en cómo sería esta situación cuando pasarán unos meses más, y el pánico me invadía. Madre mía, es que ni siquiera puedo imaginarlo.
Con ayuda de mamá y Chiara espero poder avanzar. Porque John solo es una estatua que da órdenes y nada más.
Ruedo los ojos.
Recordarlo me retuerce el estómago, y también recordar que debo enviarle fotografías de la ecografía. Me veo en la obligación de enviarle una previa. Sé que no va a interesarle, pero de todos modos hago clic y envío la fotografia.
Georgia: Ahí está el ecografía de hoy. Todo está bien.
John y yo hemos mantenido estos cuatro días hablando por chat. Le envío un mensaje para decirle cualquier estupidez y aunque él responda con su típico "ajá" y "okey" no deja de prestarme atención. Siempre peleamos por chat, porque odia los emojis, pero luego pone cualquier excusa para saber de mí. Lo he pillado, pero no me molesta.
Ya tiene tres días en Rusia y parece que han pasado muy rápido. No quiero que esté aquí todavía, lo quiero lejos de mi vista. Al menos hasta que yo pueda controlar mis pensamientos.
Por otro lado, descarté la idea de dormir en la habitación de Conner. Sigo en la mía y por obvias razones no puedo dejar que me espíe. Debería bastarle con mis cientos de mensajes al día.
El móvil timbra y es un mensaje suyo.
John: Ahí solo hay un punto blanco. No veo a mi hijo.
Ruedo los ojos. De verdad que él sabe arruinar cualquier momento.
Georgia: Es porque aún está pequeño, John. No se ha formado. Tengo tres semanas de embarazo.
Agradezco que me haya dado cuenta a tiempo. Mayormente se espera a que a los dos o tres meses sepamos de nuestro embarazo, pero mi intuición me llevó lejos y lo averigüé de inmediato. Ni siquiera se me ve el vientre abultado, la doctora me ha dicho que veré resultados en la semana doce. No tengo prisa.
Con respecto a la universidad... este es mi último año y los primeros seis meses me quedaré en la carrera. Solo tendré una pausa corta y vuelvo para terminarla. Es lo que mamá sugirió, ya que ella hizo lo mismo cuando yo estaba en su vientre. Los planes para el orfanato seguirán y el embarazo no va a cohibirme de nada, puedo con muchas cosas.
Otro mensaje de John me hace espabilar.
John: Vale, me ha quedado claro. Por cierto... llámame en cuanto llegues a casa.
Georgia: ¿Para? No te gusta escucharme hablar.
John: Llámame y punto.

ESTÁS LEYENDO
Dulce Enigma
RomanceDulce Enigma cuenta la historia de una estudiante de medicina y un empresario magnate. Ella decide estudiar su último año de medicina en Londres, sin saber que la estadía en ésta ciudad cambiará su vida para siempre. John Conner en un empresario mi...