Capítulo 8. Promesa.

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Mes y medio antes de la hora cero (Florencia)

Viena se encontraba inconsciente, atada de pies y manos a una silla. Alguien entra en la habitación que estaba a oscuras.

-Vamos, amiga... despierta que aún tenemos muchas cosas que hacer. -Le dice la inspectora Sierra mientras le da unos suaves golpes en la cara.

Viena poco a poco se despierta. Se encuentra mareada y le duele todo el cuerpo.

-Buenos días, Libertad. - Dice la inspectora mientras va encendiendo unas velas. -He pensado en crear un entorno íntimo, perfecto para contar secretos.

Viena ante eso no respondió nada, solamente intentaba deshacerse de las ataduras, aunque sabía que era imposible.

-Bien... -Dijo la inspectora mientras se iba acercando a ella. -Dime donde está el Profesor.

-Te he dicho muchas veces que no lo sé. No tengo esa información, inspectora. -Contestó Viena.

La inspectora Sierra sonrío. -Ay, Libertad... Deja de hacer este teatro... No vas a conseguir nada.

-No hago teatro, nunca he sido buena actriz. -Le contesta Viena.

Sierra se acercó y se sentó en la silla que estaba enfrente de Viena. Y continuó diciendo...

-Libertad... déjalo de verdad. Mira, tarde o temprano vamos a encontrar a tu hermano y a todos los demás miembros de la banda. Dinos lo que sabes y así dejamos de perder el tiempo. Y tú podrás salir de aquí...

Pero Viena se quedó mirando fijamente y no contestó.

-¿Te crees una heroína, verdad? O no, mejor... Una mártir. No pudiste salvar la vida de Moscú y te sientes culpable... Y haces esto para salvar a su hijo. -Cuestionó la inspectora.

Entonces Viena agachó la cabeza, no quería seguir mirando a la inspectora. La inspectora Sierra tomó una de las velas que iluminaban la habitación, se acercó a Viena y dejó caer por su espalda la cera ardiendo. Viena soltó un grito de dolor. Y Sierra siguió hablando...

-O puede ser que tengas remordimientos por la muerte de tu hermano. Eres una cobarde. Huiste y le dejaste solo ante la policía. Y murió por tu culpa. Lo dejaste morir. -Insistía Sierra.

En ese momento, volvió a dejar caer cera de la vela, pero esta vez por el abdomen. Viena volvió a gritar y empezó a llorar del dolor.

-Y por eso te fuiste a África a jugar a ser médico, ¿verdad? -Seguía insistiendo la inspectora -Pensabas que si salvabas la vida a gente sin recursos ibas a ser mejor persona. Siento decirte que no es así. Eres una cobarde, dejaste morir a tus compañeros y estoy segura que si pudieras, te escaparías de aquí y no salvarías a tu amiguito Río.

La inspectora volvió tirar la cera ardiendo sobre Viena.



En medio de la madrugada un grito desgarrador despertó a todos los miembros de la banda. Todos salieron asustados de sus habitaciones y se juntaron en el pasillo.

-¡NO! ¡NO! ¡PARA! -Se escuchaban gritos de alguien llorando en la habitación de Viena.

Ante eso, todos salieron corriendo en dirección a la habitación. Los dos primeros en llegar fueron el Profesor y Palermo que abrieron la puerta rápidamente y se encontraron a Viena, llorando y moviéndose y enredándose entre las sábanas de la cama.

VIENA | LA CASA DE PAPEL |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora