Capítulo 17. Río

1.2K 68 68
                                    


En el atraco (Banco de España)

Eran las 7.00 de la mañana. En una hora aproximadamente, se produciría el intercambio y Rio volvería a estar con la banda. Viena se encontraba en uno de los despachos descansando después de su turno para vigilar a los rehenes.

De pronto, Palermo entró para avisar a Viena que ya quedaba poco tiempo para el intercambio. Pero se la encontró profundamente dormida en uno de los sofás. Se quedó mirándola durante unos minutos con una ligera sonrisa. Se alegraba mucho que, pese a todo lo que había ocurrido, pudiera descansar unas horas. Poco a poco se fue acercando a ella, para sentarse a su lado y acariciarle suavemente la cara. Segundos después Viena se despertó:

-¿Martín? -Preguntó Viena. -¿Pasa algo?

-No, no. Está todo bien. En un rato nos darán a Río. Solo te quería avisar. -Explicó Palermo.

-¿Qué hora es? -Preguntó Viena mientras se levantaba.

-Las 7.10 de la mañana. -Contestó Palermo.

-He dormido unas dos horas, entonces. No está mal. -Dijo Viena, levantándose del sofá -Voy a por algo de comer.

Pero Palermo le agarró del brazo. -No hace falta. -Sacó dos sándwiches de una bolsa que había dejado previamente al lado del sofá. -¿Desayunamos juntos?

Viena sonrío. -Vale, déjame ir a por un café.

-No, también te traje. -Sacó de la bolsa un vaso de café. -Acá tenés, café con mucha leche. Como siempre tomas.

Entonces Viena le sonrío y se sentó a su lado. Ambos empezaron a desayunar estando en silencio durante unos minutos.

-Por fin tenemos un rato tranquilo-Dijo finalmente Palermo.

-Sí, y solo llevamos 24 horas de atraco. – Completó Viena. -Pero todo va según lo planeado. Ya vamos a tener a Río, queda sacar el oro y salir nosotros.

Palermo se rio: -Lo decís como si fueran cosas fáciles.

-Bueno, quiero ser positiva. -Contestó Viena sonriendo. -¿Sabes algo de los demás?

-Denver y Nairobi están descansando. -Empezó a contestar Palermo. -Bogotá en la fragua, Estocolmo y Helsinki con los rehenes. Y Tokio comportándose como una pendeja histérica por la llegada de Rio.

Viena soltó una carcajada ante la última frase de Palermo: -Pues prepárate, cuando llegue Rio va a ser peor. A esos dos les van mucho las telenovelas. -Bromeó.

Ambos se rieron. -¿Vas a bajar a recibir a Rio? -Preguntó Palermo.

-Creo que no. -Contestó muy seria Viena. -Me quedaré preparando el material para extraerle la baliza GPS.

-Yo creo que deberías bajar. -Respondió Palermo.

-¿Para qué? ¿Para que lo primero que vaya a ver al entrar es a la persona que le traicionó y le dejó tirado? -Preguntó Viena.

-Vos no le abandonaste. -Dijo muy serio Palermo.

-Lo sé. Pero él no lo sabe, y estoy segura que le habrán dicho eso. -Respondió Viena. Tras un breve suspiro, Viena continuó: - Una de las cosas que no paraba de decirme Sierra es que yo era una traidora. Que traicioné a mi hermano dejándolo solo ante la policía. Y que, si me dejaran, huiría y dejaría tirado a Río.

Ambos se quedaron en silencio. Palermo no sabía qué responder. Viena se quedó mirando fijamente al atracador al mando.

-Te prometo que lo busqué. Mi objetivo era salvarle y salir los dos de ese infierno. Pero no lo encontré, y si no salía de allí no podía avisar al Profesor. -Dijo Viena.

VIENA | LA CASA DE PAPEL |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora