Capítulo 26. Incertidumbre.

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En el atraco (Banco de España)

Después de lo que dijo el Profesor la banda se quedó unos minutos en silencio, mientras Viena seguía curando las marcas del cuello de Helsinki. Pero el serbio cada vez estaba más nervioso. En un momento, se levantó, apartó a Viena y se acercó a Río.

-Hay algo más importante. -Dijo Helsinki. -¿Cómo se soltó? Tú llevaste a Gandía al baño.

-Sí. -Respondió Río.

-¿Y le pusiste bien las esposas? -Cuestionó Helsinki.

-Evidentemente. -Volvió a contestar Río.

-Evidentemente... -Dijo Denver con cierta ironía. -Pues mira, evidentemente hay algo que no me cuadra una puta mierda. -Entonces se dirigió a Tokio. -Tokio, ¿Cómo se escapa un tío que está esposado? -Volvió la mirada a Nairobi. -¿Nairobi se te ocurre algo?

Pero nadie respondió. -A mí hay algo que me huele raro. -Volvió a hablar Denver.

-¿Estás insinuando que yo soy un traidor? -Preguntó Río.

-No lo sé. -Dijo Denver.-Dímelo tú.

-¡No!-Gritó Río. -Dímelo tú.

-La culpa es nuestra. -Intervino Bogotá. -A lo mejor no tendríamos que haber puesto al chaval a vigilar con un shock postraumático.

-Por esa regla, tampoco me teníais que haber dejado entrar en el atraco, ¿no? -Intervino Viena. -Y más ahora que sabéis que las peores torturas me las llevé yo. -Siguió insistiendo.

-Viena, no es lo mismo. -Dijo Bogotá. -Tú aguantaste de todo con tal de no decirles el paradero del Profesor. Pero Río...

-Río no es un traidor. -Dijo Viena.

-Exacto, no lo es. -Insistió el Profesor. -Tenemos un problema mucho más urgente. Escuchadme bien, ahora el mayor peligro es que Gandía pueda contactar con el exterior y que nos ataquen de forma coordinada.

-¿Cuál es el plan, Profesor? -Preguntó Tokio.

-Es un asesino. -Contestó el Profesor, consiguiendo un silencio tenso en todos los demás compañeros. -¿Habéis encontrado el armero? -Volvió a hablar.

-No aparece por ningún lado. -Contestó Tokio. -Lo hemos buscado por todas partes, pero no hay ni rastro del armamento militar.

-El armamento no sé, Profesor. -Volvió a hablar Bogotá. -Pero las esposas estaban en la biblioteca. El muy cabrón se las ha quitado él solito.

-Ante el menor riesgo, actuad con determinación. -Dijo el Profesor. -En defensa propia, pero con determinación. Porque no va a dudar. Es un excombatiente sin escrúpulos. Sin piedad. Y está intentando mataros.

-¿Tú que vas a hacer con el centro de mando? -Pregunto Tokio.

-Voy a atarles las manos a los de fuera para que no se salten la tregua. -Contestó el Profesor. -Eso y demostrarles que estamos mejor que nunca.

Después de eso se cortó la conexión. Entonces Tokio tomó el mando.

-Tenemos que dividirnos. Unos tendrán que buscar el armamento y otros ir a por Gandía. -Hizo una breve pausa. -Y ya habéis oído al Profesor, al mínimo riesgo se dispara a matar.

Entonces todos empezaron a organizarse y a equiparse con la protección y las armas necesarias. En un momento Viena, se levantó, se quitó la vía y se acercó donde se encontraba el armamento.

VIENA | LA CASA DE PAPEL |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora