Capítulo 53. Viena, Palermo y el Profesor.

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10 años después del atraco al Banco de España (Córdoba, Argentina)

Poco a poco estaba naciendo un nuevo día. Unos débiles rayos de sol empezaban a entrar por la ventana de la habitación. Libertad y Martín seguían totalmente dormidos. La poca luz que entraba molestaba a Libertad por lo que se giró para seguir durmiendo abrazada a Martín.

De pronto, se abrió la puerta produciendo un golpe.

-¡Mama! ¡Papa! -Gritó un niño de unos 8 años mientras se subía a la cama.

-¡Despierten! -Pidió otra niña de 6 años que también se subió a la cama.

Libertad y Martín se despertaron torpemente. Ella se fijó en el despertador.

-Niños, son las 6.30 de la mañana. -Se quejó Libertad. -Hoy es festivo, no es necesario levantarse a estas horas. Id a dormir.

-No, mami. -Contestó la niña mientras se ponía en medio de los dos para romper el abrazo.

-África, ¿querés dormir con nosotros? -Preguntó Martín adormilado, haciendo un hueco para que la niña se pudiera tumbar con ellos.

-No, quiero que se levanten. -Dijo la niña, aunque finalmente se metió en el hueco.

En ese momento el niño se puso encima de su madre. -Vamos, mama. -Dijo. -Que hoy tenemos que ir al lago.

-Es muy pronto para ir, Andrés. -Contestó la madre intentando volverse a dormir.

-Pero hay que estar preparados para cuando venga el tio Sergio.-Insistió Andrés. -No le gusta que le hagan esperar.

-Y no le haremos esperar, cariño. -Respondió Libertad. -Pero el tio Sergio viene dentro de unas horas. Quedaos los dos aquí con nosotros si queréis. Pero dejadnos dormir un rato más, por favor.

-No. -Dijo Andrés ligeramente enfadado para después salir de la habitación.

Durante unos minutos Martín, Libertad y África quedaron tumbados tranquilamente en la cama consiguiendo volverse a dormir. Pero esa paz duró muy poco tiempo. Andrés volvió con el perro de la familia.

-¡Mozart! ¡Despiértalos! -Gritó Andrés mientras soltaba al perro para que se subiera encima de la cama.

El perro obedeció al niño y empezó a lamer a todos los miembros de la familia. Andrés sonrío al ver la escena. Sabía perfectamente que su padre no soportaba que el perro entrara en su habitación.

-¡Mozart, para! -Dijo Martín más despierto y ligeramente enfadado, mientras intentaba apartar al perro.

Pero el perro no paraba de lamer a su dueño agotando finalmente su paciencia -¡Está bien! Nos levantamos. -Dijo enfadado. -Pero Andrés saca de acá al perro ahora mismo.

Andrés obedeció y sacó a Mozart de la habitación. Martín se levantó ligeramente indignado. Entonces miró a su pareja y a su hija.

-África, ¿querés quedarte a dormir con mamá? -Preguntó.

-No, yo quiero desayunar. -Contestó la niña. -¿Hacemos tortitas? -Pidió ilusionada.

-Está bien. -Contestó el padre haciendo que la niña se ilusionara y saliera de su habitación para avisar a su hermano.

En ese momento, Libertad hizo un amago de levantarse, pero Martín se acercó hasta ella.

-Lib, no te preocupes. -Empezó a decir. -Esta noche casi no has dormido. Duerme un rato más. Cuando esté el desayuno listo, te aviso.

VIENA | LA CASA DE PAPEL |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora