Capítulo 45. El único que nos sacará del Banco.

621 45 53
                                    


5 días antes de la hora cero (Florencia)

El Profesor llevaba casi una hora buscando a su hermana para poder hablar con ella acerca de unos detalles del atraco. Preguntó a los demás miembros de la banda, pero nadie supo decir donde estaba. Miró por todas las estancias del monasterio y no encontró ni rastro de ella. Hasta habló con los monjes y tampoco le pudieron decir nada.

Estaba muy nervioso. Incluso llegó a pensar que Viena se había ido del monasterio y abandonado el plan. Finalmente, llegó a la puerta de la pequeña iglesia que había dentro del monasterio. Se apoyó en la pared, intentando relajarse y pensar donde podría estar su hermana. De pronto, escucha en el interior un ruido de algo similar a un piano. El Profesor extrañado, entró en la iglesia, encontrándose finalmente con su hermana.

-¡Aquí estabas! -Dijo el Profesor.

-¡Ey, Sergio! -Contestó Viena al ver a su hermano. -¿Qué pasa?

-Llevo bastante rato buscándote. -Comentó el Profesor ligeramente enfadado.

-He estado aquí desde que acabamos de comer. -Respondió Viena mientras no paraba de tocar un montón de botones que había en los laterales de algo parecido a un piano. -¿Para qué me buscabas?

-Da igual. -Dijo el Profesor al ver a su hermana tan concentrada. -¿Puedo saber qué haces en la iglesia?

-Estoy arreglando el órgano. -Contestó Viena ligeramente emocionada. -Los monjes me dijeron que nadie lo había tocado desde que me fui de aquí.

El Profesor se fijó en su hermana y se dio cuenta de un pequeño detalle. -¿Y para eso tienes que ir descalza? -Preguntó.

-La verdad es que sí. Para tocar los pedales de aquí abajo. -Respondió Viena señalando las teclas que había en el suelo del órgano. -Este se toca con los pies y solo hay dos formas de tocarlo: o con unos zapatos especiales o sin zapatos. ¿Quieres probar?

-Creo que no sería buena idea. -Dijo el Profesor, ligeramente nervioso.

-Venga ya, Sergio. -Respondió Viena. -Quítate los zapatos y siéntate a mi lado. -Ordenó mientras le dejaba un hueco en el asiento. Finalmente, el hermano mayor obedeció y se sentó.

Ante eso, Viena volvió a tocar varios botones de los laterales del órgano. -Ahora pulsa uno de los pedales con el pie. El que quieras.

El Profesor pulsó con el pie lentamente una de las teclas y salió un sonido muy grave que invadió toda la iglesia. Al escucharlo, el hermano se asustó y levantó rápidamente el pie.

-¿No es increíble? -Preguntó Viena emocionada.

-Si, bueno... no sé. -Respondió el Profesor colocándose las gafas.

-El órgano es un instrumento único, ¿sabes? -Comentó Viena.

-¿Por qué? -Cuestionó el Profesor.

-Por varias cosas. -Empezó a explicar Viena. -Lo primero: Es el único instrumento en el que tú estás dentro. Es decir, toda la iglesia es el instrumento. ¿Ves los tubos de los laterales? -Empezó a señalar Viena al techo de la iglesia, consiguiendo que su hermano asintiera. -¿Y los del altar? -Siguió preguntando.- Todo eso también es el órgano. Y por los muros de la iglesia están todos los conductos que hacen que viaje el aire a los tubos que estás viendo.

El Profesor sonrió al ver a su hermana tan emocionada explicando todo. -Pero hay una cosa más. -Volvió a hablar Viena. -Con el órgano puedes hacer sonar a una orquesta entera. Por eso tiene tantos teclados. Cada teclado sirve para una cosa. Y con todos estos botones que ves en los laterales -Siguió hablando mientras los señalaba. -Podemos hacer que suene como cualquier instrumento. Simplemente es combinarlos y creamos los armónicos que produce el instrumento que elijamos y sonará igual. -Hizo una breve pausa y miró a su hermano. -Bueno, perdona... quizá te estoy aburriendo.

VIENA | LA CASA DE PAPEL |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora