Capítulo 49. Martín.

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7 días después del final del atraco (Lugar indeterminado)

Un pitido constante. Cada poco tiempo se escuchaba ese ruido molesto en medio del silencio. No sentía nada más. El pitido cada vez era más fuerte y desagradable. Entonces quiso intentar abrir los ojos, pero no podía. Los sentía muy pesados. No tenía fuerza para nada más. Durante un rato no lo volvió a intentar, hasta que en el segundo intento finalmente lo consiguió. Estaba en una habitación blanca. ¿Esto es la muerte? Pensó mientras intentaba centrar más la mirada.

Al poco tiempo consiguió divisar que estaba rodeada de máquinas. Esas eran las causantes del ruido molesto. De pronto se dio cuenta de que llevaba puesta una máscara que le proporcionaba oxígeno. Muy torpemente consiguió quitársela. Ante eso, el siguiente paso era levantarse y averiguar dónde estaba y cómo había llegado allí. Y lo más importante, qué había pasado con sus compañeros.

De repente, una mujer vestida con un pijama blanco entró por la puerta.

-No, no, no. -Dijo rápidamente la mujer mientras se acercaba corriendo a la paciente. -Señorita Marquina, debe descansar. Aún está muy débil.

-Yo... -Respondió débilmente Viena intentando levantarse.

-Túmbese, por favor. -Pidió la enfermera mientras le volvía a colocar la máscara de oxígeno.

Sin embargo, Viena a los pocos segundos se volvió a quitar la máscara. -No... -Volvió a decir. -Martín, Martín...

-Hágame caso, por favor. -Insistió la enfermera obligándola a que se tumbara.

Pero la atracadora no quería obedecer. Empezó a ponerse nerviosa. -Martín, Martín... -Siguió llamando.

La enfermera al ver el panorama, llamó a otra compañera para intentar inmovilizar a la paciente. Viena cada vez estaba más nerviosa. No entendía qué hacía allí y quería saber dónde estaban los demás.


**********

Los demás miembros de la banda se encontraban en un complejo militar en el desierto de los Monegros, en España. El Profesor había conseguido convencer a Tamayo para que aceptara dejar la reserva de latón sustituyendo al oro. Además, se había simulado la muerte de los atracadores por lo que iban a poder vivir una nueva vida sin el peligro de que fueran perseguidos.

Todo había salido según lo planeado. Solo faltaba que el ejército los sacara a todos del país para que pudieran rehacer sus vidas. Sin embargo, ninguno se quería marchar hasta asegurarse de que Viena estaba bien. En los últimos momentos del atraco, todos pensaron que la atracadora finalmente había muerto a raíz de todos los golpes que había recibido y por la jugada de Tamayo de intentar ahogarla. No obstante, segundos después de que se despidiera de Palermo, el Profesor consiguió que entrara un equipo médico para revisar a su hermana. Tras muchos intentos, finalmente consiguieron reanimarla y se la llevaron directamente a un hospital.

En cambio, los atracadores fueron llevados a la base militar donde se encontraban actualmente con el objetivo de sacarlos del país en pocas horas. Sin embargo, tras muchas insistencias y amenazas por parte del Profesor consiguieron que, una vez atendida en urgencias, llevaran a Viena a la base que también constaba de un hospital militar.

Aun así, la banda estaba muy nerviosa. El equipo médico militar no les había dejado ver a la atracadora debido a que tuvo que ser directamente ingresada en cuidados intensivos por su grave estado de salud. Habían pasado varios días y la única información que tenían de los médicos era que había que esperar. Sin embargo, el que estaba más nervioso y desesperado era Palermo. Necesitaba ver a su novia.

VIENA | LA CASA DE PAPEL |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora