Capítulo 10. Bum, bum, ciao.

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Un mes antes de hora cero (Florencia)

La luz entraba por el ventanal del desván. Viena se fue despertando lentamente, le dolía muchísimo la cabeza y se encontraba totalmente desorientada. De pronto, se dio cuenta que alguien la estaba abrazando y al darse la vuelta vio que era Palermo. Pocos segundos después, Palermo tambien se fue despertando encontrándose igual de desorientado que Viena. Ambos se quedaron mirándose unos segundos, intentando entender la situación. De repente, ambos tuvieron la misma intuición y miraron a la vez debajo de las mantas viejas que los tapaban. Se encontraban totalmente desnudos. Ambos gritaron y se separaron rápidamente, tapándose cada uno con una manta.

-Vale, vamos a intentar no volver a gritar. -Dijo Viena que sentía un gran dolor en la cabeza.

-¿Qué carajo ha pasado aquí? No recuerdo nada. -Dijo Palermo.

Ambos imaginaban lo que había pasado, pero ninguno de los dos lo iba a reconocer.

-Yo estaba aquí sola bebiendo y tu viniste... -Empezó a intentar recordar Viena.

-Sí, estaba preocupado por vos. Y luego estuvimos hablando y bebiendo. -Completó Palermo.

-Recuerdo que nos besamos... -Dijo Viena bajando el tono de voz.

Ante eso último los dos se volvieron a mirar durante unos minutos, sin saber qué decir. Entonces Palermo rompió ese silencio:

-¡No! Vos me besaste a mí, tarada. -Empezó a acusar señalando a Viena. -Aprovechaste que estaba borracho y me besaste.

-¿Me estás diciendo que aproveché que estabas borracho para acostarme contigo? -Contestó Viena enfadada.

-Yo no he dicho nada de acostarnos. Eso lo has dicho vos. -Siguió Palermo.

-¡Esto es increíble! Haya pasado lo que haya pasado, es cosa de los dos. No me culpes a mí sola de nada. -Dijo Viena.

-¡No, no es cosa de los dos! Yo solo vine aquí porque estaba preocupado por vos. Porque no paras de hacerte la víctima con tus traumitas. Y me quedé con vos para que no hicieras ninguna pavada... Lo que ha pasado es tu culpa. -Siguió acusando Palermo. -¿A qué viene que contaras ahora la verdad de cómo abandonaste la música? ¿No tenés suficiente para dar pena lo de que te hayan torturado? Si no lo hubieras contado, yo no estaría aquí. Además, me obligaste a beber y perdí el control. Es tu culpa.

Entonces Viena se acercó y le dio una bofetada. -Pensaba que el personaje que te montabas con los demás era por alguna estrategia tuya. Pero no, veo que en estos años te has convertido en un imbécil. -Después de una breve pausa siguió. - Que te quede claro una cosa, lo que ha pasado es culpa de los dos. Pero no te preocupes, si piensas que por esto me puedo enamorar de ti y crear una mochilita emocional, no es así. El único sentimiento que tengo ahora mismo es asco. Asco de haber estado con una persona como tú.

Y después de eso, Viena agarró sus cosas y se marchó en dirección a su habitación. Palermo se quedó en el desván. En el fondo sabía que su reacción no fue la adecuada, y ahora había perdido a Viena.


*******

Viena y Palermo no se reencontraron hasta que tuvieron que ir a la clase. Ambos se encontraban en los pupitres del fondo. Palermo intentaba que Viena le prestara atención para intentar hablar con ella, pero no lo consiguió. Viena estaba totalmente concentrada en seguir la clase. Terminada la clase, Viena se fue a su habitación ya que ese día no le tocaba cocinar. Palermo, después de dudar mucho, finalmente se dirigió a la habitación porque quería arreglar las cosas. Cuando llegó, la puerta estaba abierta y se encontró a Viena ordenando los armarios.

VIENA | LA CASA DE PAPEL |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora