Capítulo 35: La sacerdotisa. Los dos templos, parte 2.

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-¡Rayos! – se quejó el chico de cabello negro, moviendo de arriba hacia abajo su chaqueta roja para disipar el fuego.

-¡¿Trajiste todo un arsenal para acabar con una bruja, pero no empacaste nada para apagar una fogata?! – gritó Kagome, indignada.

-¿Acaso eres estúpido? – prosiguió Sesshomaru, abrazando a Rin para que no viera el fuego y se asustara más.

-¡No me molesten! – ordenó InuYasha, mirándolos enojado. - ¡¿Cómo iba a saber que terminaríamos en esta situación?!

De pronto, y para su gran fortuna, apareció ante ellos una flecha de color blanco, la cual, deshizo las llamas. No era fuego lo que los rodeaba realmente. Sino una ilusión.

-¡Kagome! – exclamó Kikyo, corriendo hacia la mencionada y arrodillándose a su altura para abrazarla.

-¿Hermana? – cuestionó con dudas, separándose de ella. - ¿Cómo...?

-Unos minutos después de que se fueran, sentí una abrumadora cantidad de energía maligna. – explicó, antes de voltear hacia los demás. - Me alegra haberlos encontrado a tiempo.

-Oigan... - habló Sesshomaru, viendo con sus ojos abiertos de par en par, en dirección al templo Yin Yang.

Los demás, al imitarlo, observaron horrorizados el gran camino de humo que subía hacia las nubes. Por ello, abandonaron las armas que InuYasha había tomado sin permiso y corrieron entre los árboles hasta llegar a la entrada del sitio.

La cantidad de fuego era descomunal, haciendo imposible que se vieran las señales de alguien que se encontrara en su interior, tratando de ser salvado.

En eso, Kikyo lanzó rápidamente otra flecha que llevaba consigo. Unos segundos después, esta fue consumida hasta las cenizas por el fuego. Ya no se trataba de una ilusión. El templo Yin Yang realmente se estaba incendiando.

-¡Hay que conseguir ayuda! – exclamó, tomando la mano de su hermana menor.

De pronto, InuYasha y Rin cayeron al suelo. Como si sus piernas fueran sujetadas por algo que se enredó a ellas.

Notando aquello, Sesshomaru los tomó de sus respectivos brazos, jalándolos hacia él para impedir que, lo que sea que los estuviera sujetando, se los llevara.

Por desgracia, esa cosa era tan fuerte que, no solo terminó por arrastrarlos al interior del templo; entre las llamas, sino que también lo hizo tropezar muy cerca del fuego, quemándole su brazo derecho.

-¡Sesshomaru! – lo llamó Kagome, corriendo hacia él junto a Kikyo.

Esta última, al ver la condición de su extremidad, no dudó en aplicarle primeros auxilios, usando sus poderes espirituales para sanarlo y luego, colocarle de prisa un vendaje que llevaba en sus ropas de sacerdotisa.

-Necesito entrar... - dijo el chico, mirando el templo en llamas.

-Entonces, iré contigo. – habló Kikyo, sorprendiéndolo. – Kagome, ve al templo Higurashi y diles lo que está pasando.

La niña asintió decidida. Se giró sobre sus talones y salió corriendo de nuevo hacia el bosque.

La joven de largo cabello negro, luego de ayudar a Sesshomaru a ponerse de pie, hizo un conjuro con un pergamino, apartando un momento el fuego frente a ellos, para poder entrar al interior del templo.

Una vez que terminaron en el vestíbulo en llamas, acordaron en separarse para buscar a InuYasha y Rin.

Kikyo optó por subir los escalones, mientras el chico de cabello plateado corría por el primer piso. El fuego se esparcía rápidamente. Hacía mucho calor.

Haunted and Lost | COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora