Capítulo 45: La sacerdotisa oscura. El inicio de su amor.

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-7 años después-

3 años después de que Tsubaki fuera llevada a la fuerza al templo, la guerra culminó, dejando en pésimas condiciones a Japón y a sus habitantes. Tuvieron que pasar varios años, para volver a la normalidad que, alguna vez, llegaron a conocer.

Antes de los saqueos. Antes de tomar represalias con quienes no estaban de acuerdo con la guerra o las decisiones del gobierno. Antes de la escases de comida. Antes de la esclavitud y los abusos.

El pueblo de bambú, por su parte, comenzó a recibir apoyo de otras aldeas. Incluso el sacerdote Seikai, siempre estaba alerta por cualquier aparición de algún Youkai. Sin embargo, aún antes de que la guerra finalizara por completo, los monstruos dejaron de aparecer en momentos imprevistos.

Los exorcismos ya casi no eran necesarios. Pero el sacerdote no se rindió. Él los conocía mejor que nadie y sabía que debían estar escondidos en algún sitio. Por ello, envió a sus mejores subordinadas, a distintas misiones en aldeas vecinas. Si algún Youkai aparecía frente a ellas, debían liquidarlo para cobrar una recompensa y así, poder levantar el templo.

Su táctica funcionó de maravilla. Incluso llegaron al sitio nuevos seguidores, deseosos de aprender a combatir demonios. Uno de ellos, un chico de apenas 10 años, llamado Haku, era muy bueno con el arco. Cada vez que lo veía en el campo de entrenamiento; rodeado de otros seguidores del templo, Tsubaki recordaba los duros días que vivió durante su niñez.

Como la maltrataba la gente del pueblo de bambú porque quería algo de comer. Como despertó sus poderes espirituales. Como aprendió a controlarlos... sufriendo en el camino por los golpes que la señora Matsu y el sacerdote Seikai le daban a veces.

-¡Tsubaki-sensei! - el pálido chico de largo cabello negro y ojos castaños, la saludó a lo lejos con una gran sonrisa.

La gente que lo rodeaba, volteó hacia ella, curiosa, murmurando que se trataba de la estudiante más difícil que el señor Seikai había tenido en su vida.

Quería poner una mueca e irse de ahí... pero, por tratarse de Haku quien la saludaba, decidió contenerse, sonriendo, y levantando su mano para corresponder su gesto.

El chico se sonrojó. Emocionado, tomó otra flecha, colocándola en medio de su arco y la lanzó, dando como blanco el centro de la diana. Los presentes estaban tan encantados que lo alabaron con aplausos.

La joven de ahora 19 años, sonrió por unos segundos... hasta que escuchó un cuervo a la distancia. Con prisa, se retiró del campo de entrenamiento, dejando a Haku con una duda sin resolver en su mente. ¿A dónde iba?

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-Ya te escuché, amigo, ya te escuché. - dijo, abriendo la ventana de su habitación, para dejar pasar al mismo cuervo que había salvado hace 7 años atrás.

El mismo que había hecho posible su encuentro con Madara.

Como cada mañana, llevaba en su pico una flor. Esta vez, se trataba de una anémona japonesa. Tomándola en su mano, la sacerdotisa bufó.

-¿Tratas de decirme que Madara volverá?

El cuervo aleteó y graznó en volumen bajo.

-Por una parte, quiero creer que así será. - comentó seriamente, colocando la flor en un jarrón que tenía en su mesita de noche. - Pero, por otro lado, me preocupa que se haya olvidado de mí.

Volando a su cama, el ave volvió a graznar, ladeando la cabeza hacia su derecha. Tsubaki sonrió.

-Tienes razón. Si quiero verlo de nuevo, tengo que ser positiva.

Haunted and Lost | COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora