Reborn and Lost 3. Las lágrimas de Hinata.

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A través de un delgado cristal, con luces de muchos colores a su alrededor, una niña pequeña miraba ansiosa a sus futuros padres.

¿Cómo serían con ella? ¿La aceptarían? ¿La amarían? ¡Ansiaba poder conocerlos y estar a su lado lo más pronto posible!

Para su mala suerte, ese día jamás llegaría.

Al menos, no de una forma ordinaria, sabiéndolo de antemano por la sangre que goteaba de las palmas de sus manos.

Asustada y confundida, volteó hacia atrás, encontrándose de frente con Tsubaki, cuyo ojo derecho se le fue arrebatado en su última batalla.

Mientras su risa entraba con fuerza al interior de sus oídos, la niña se hundía en un profundo pozo lleno de serpientes negras, gritando mientras perdía el conocimiento.

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Abrió los ojos.

¿Ahora dónde se encontraba? Recordaba haber estado en un mundo lleno de almas, esperando su turno para poder nacer.

Sin embargo, la intervención de aquella mujer de cabello blanco cambió su destino, obligándola a aparecer en ese mundo, con otro cuerpo que no sentía suyo.

Inclinándose hacia adelante, vio cerca de ella a un monje muerto, cuyo corazón había sido sacado bruscamente del pecho, para luego ser comido.

La expresión de su rostro, sufriendo hasta el final, le generó un poco de pánico, haciéndola temblar y tragar saliva.

Volteó a los alrededores. Estaba sola, detrás de una cabaña. El olor a humedad le indicó que había llovido el día anterior.

Abrazándose por la falta de ropa; ya que estaba desnuda, rodeó la cabaña para poder entrar y ver si podía encontrar algo con que abrigarse.

Afortunadamente, en el cajón de un mueble, halló un vestido negro que le quedaba perfecto.

Peinándose su cabello, y empezando a correr descalza colina abajo, se apresuró en llegar a su próximo destino: la ciudad de Tokio.

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-¡Vaya! ¡El mundo sí que es pequeño! – exclamó Naruto, sonriendo ampliamente

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-¡Vaya! ¡El mundo sí que es pequeño! – exclamó Naruto, sonriendo ampliamente.

En el interior de aquel silencioso restaurante del distrito Adachi, solo se encontraban ellos, ocupando una amplia mesa junto a la ventana y dos grandes sillones, uno frente al otro.

-¿E-Están seguros de que puedo comer esto? – cuestionó Towa, mirando con una mueca y la frente azul, el gran helado de vainilla y chocolate que tenía frente a ella.

-¡Tu tranquila! ¡Yo te lo invito, de verás! – exclamó el rubio, sonriendo.

-Y eso que tú no fuiste el que chocó con ella. – pensó Sasuke, mirándolo con una gotita de sudor bajando por su cabeza.

Haunted and Lost | COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora