Capítulo 41: La sacerdotisa. El cuerpo roto.

23 1 0
                                    

***

En la oscura habitación que ocupaba, dentro del sanatorio Akasuna, la pequeña Hinata Hyuga no dejaba de gritar, siendo sometida por las diferentes cintas y cadenas que tenía en muñecas y tobillos.

Kikyo continuaba rezando. Desde su llegada, no había hecho otra cosa más que impedir que la menor se lastimara, tratando de descifrar el origen de su terrible comportamiento. En un principio, y gracias a los reportes, pensó que un demonio demasiado necio se había apoderado de su cuerpo.

Sin embargo, cuando sus ojos castaños se encontraron con los de Hinata; resplandeciendo en un inquietante color rojizo, ambos se nublaron, paralizándola de pies a cabeza y obligándola a bajar los brazos.

Borrando cualquier pensamiento que pasara por su cabeza en ese instante. Incluyendo las posibles razones por las que estaba tan mal. Quedándose en silencio, dio media vuelta. Abrió la puerta y salió de la habitación.

Una de las enfermeras que se hallaba en el pasillo, notó su extraño comportamiento, por lo que corrió a la oficina de Chiyo Akasuna. Mientras tanto, ella siguió caminando, hasta llegar a la puerta principal del sanatorio y salir al bosque.

Atravesando los gigantescos pinos, la tierra húmeda y los arbustos alborotados de la zona, terminó parada en la cima de un peñasco. Las nubes oscuras, acompañadas por el viento frio que soplaba esa noche, la despertaron de su trance, haciéndola voltear a todas partes y preguntarse donde se encontraba.

Se supone que estaba ayudando a Hinata a tranquilizar el demonio que llevaba en su interior. De pronto, sintió como alguien jalaba bruscamente el listón blanco que utilizaba para amarrarse el cabello.

Cuando se giró, se encontró de frente con Tsubaki, quien, sonriendo, la empujó al vacío. Gritando por la caída, la joven desapareció en medio de la densa neblina en el fondo, alcanzando a ver como la mujer de cabello blanco tiraba su listón en el peñasco y se retiraba de ahí.

&&&

-¡Señorita Kikyo! - gritaba Chiyo Akasuna, internada en el bosque con un par de empleados del sanatorio, alumbrando su camino con su lámpara en forma de farol. - ¡Señorita Kikyo! ¡¿Dónde está?!

-¡S-Señora Akasuna! - la llamó uno de los hombros, haciéndole señales desde el peñasco.

La mujer mayor corrió lo más rápido que le fue posible, abriéndose paso entre los arbustos silvestres, hasta llegar junto a su subordinado.

-Mire, es el listón de la señorita Kikyo. - comentó, agachándose para pasarle el objeto en sus manos.

-¿Pero por qué habrá venido a un lugar como este? - cuestionó preocupada.

De repente, un cuervo los asustó, graznando detrás de ellos con histeria.

-¡Fuera de aquí, maldito pajarraco! - exclamó el segundo hombre que los acompañaba, reuniéndose con ellos en la cima del peñasco y moviendo de un lado a otro la lámpara que tenía.

Chiyo se llevó una mano a su pecho, intentando calmarse por el buen susto que recibió del ave.

-¡S-Señora Akasuna! - el hombre que encontró el listón, se asomó al fondo del precipicio.

Con cierto temor, la mujer y el otro individuo, hicieron lo mismo. Llevándose una mano a su boca y escuchando unos relámpagos a la distancia por el mal clima, Chiyo y sus acompañantes vieron con horror el cuerpo destrozado de Kikyo, hundido en un inmenso charco de sangre.

-D-Dios mío... - susurró la mujer, asustada y atónita.

-¿Qué hacemos?

-Tenemos que avisarle a Miroku Higurashi.

Haunted and Lost | COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora