Capítulo 30: Lo he perdido todo.

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-Mamá, ¿Alguna vez viajaste al inframundo? - interrogó Mirai, tirada en el piso de madera de su departamento.

-Tú padre me advirtió que sería muy peligroso para alguien como yo. - respondió Kurenai, doblando algunas camisetas, mientras veía la televisión en la sala de estar. - Sin embargo, tú, al poseer una parte de dos mundos diferentes, podrías hacerlo.

-¡¿D-De verdad?! - exclamó emocionada, sentándose de golpe.

La mujer asintió.

-¡¿Pero cómo lo hago?!

-Podría pedirle a lady Kanna que nos ayude.

-¡Gracias, gracias! - dando varios brincos por la sala, terminó por rodear a su madre con sus brazos y darle un pequeño beso en su sien derecha. - ¡Prometo que me portaré bien!

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Durante aquella noche de luna llena, Mirai se reunió con un demonio, en las orillas de un rio poco profundo. La invitó a subir a su barca y se marcharon lejos de la ciudad. El sitio estaba cubierto por una densa neblina. Casi ni se podían distinguir las siluetas de los edificios.

En eso, arribaron en un lugar completamente diferente. El demonio la ayudó a bajar, dejándola en la entrada de un gran túnel con estalactitas. Mientras iba remando en la profundidad de la neblina, apareció ante la joven, una mujer de rasgos finos.

Piel blanquecina, ojos y cabello negro. Vestía un impecable kimono blanco que la hacía resplandecer y sobre su cabeza, se hallaba un gran sombrero de paja tradicional.

-Bienvenida, princesa Mirai. - dijo la mujer, haciendo una reverencia. - Mi nombre es Koyuki, seré su anfitriona en esta ocasión.

La mencionada asintió. En completo silencio, caminaron a través del túnel, llegando a la entrada de un imponente palacio. Atravesando un puente metálico; con un profundo hueco debajo de este, se abrieron dos gigantescas puertas. Sus pasos hacían eco en el vestíbulo.

Y mientras Mirai volteaba de un lado a otro su cabeza, para no perderse ningún detalle, apareció ante ellas una niña de apariencia completamente blanca, a excepción de sus ojos que eran de un profundo y misterioso color negro. Mirai, al verla, tragó saliva grueso, pensando por un instante que se habían topado con un fantasma.

-Bienvenida, princesa. - la saludó la niña, sosteniendo un espejo. - Mi nombre es Kanna, soy la mano izquierda de su padre.

-¡Oh, ya veo! - exclamó sonriente, recordando que su madre ya le había hablado sobre ella y sobre una mujer llamada Kagura. - ¡D-De verdad agradezco que hayas podido hacer esto por mí! ¡No sabes lo feliz que estoy al tener la oportunidad de pasar tiempo con mi padre!

-Es un honor poder escuchar unas palabras tan gratas de su parte. - comentó, haciendo otra reverencia. - Desafortunadamente, el rey no se encuentra disponible por el momento.

El rostro de Mirai, en lugar de reflejar alegría, mostraba tristeza.

-¿O sea que está ocupado?

-Todo ha sido un caos desde que se robaron la fruta Tsuchigumo. - explicó Koyuki. - Sin ese objeto tan importante, su majestad continuará perdiendo algo más que sus poderes.

-Me apena mucho decirlo, pero debo retirarme. - habló Kanna, inexpresiva. - Si necesita algo, puede pedírselo a Koyuki. Como su anfitriona personal, será la encargada de mostrarle el palacio, complacerla y explicarle las reglas.

Haunted and Lost | COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora