Capítulo 15: Sigue vivo.

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El taxi se detuvo frente al hospital Shikon. Apareciendo por las puertas traseras, InuYasha y Rin caminaron a la recepción, decididos a resolver los misterios que rodeaban a Itachi Uchiha y al alma de Kagome.

Desde que se había reencontrado con el hermano menor de Sesshomaru, la tarde anterior, la joven sacerdotisa únicamente percibía de su parte un aura furiosa.

Como si estuviera dispuesto a matar a quién sea, con tal de recuperar a su amada prometida.

Sin embargo, esa mañana, parte de esa esencia se había desvanecido, así que, no estaba segura si ser cuidadosa de ahora en adelante o, dejar las cosas como en ese momento y seguir avanzando.

Cuando el ascensor los llevó al piso correcto, bajaron de él y caminaron hasta la habitación de "Kagome".

-Itachi. – lo llamó InuYasha, tocando un par de veces la puerta. Se encogió de hombros. Tomó el picaporte metálico y la abrió. – Sabemos que no te sientes bien, pero...

Ambos se congelaron. La ventana estaba abierta, la cama desordenada... y no había ningún rastro del mencionado, más que su suero derramándose en el piso.

-Hay que ir al cuarto de cámaras. – sugirió Rin, manteniendo la calma y volviendo al pasillo.

InuYasha apretó los dientes, molesto consigo mismo por no haberse llevado el cuerpo de Kagome cuando pudo.

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-Hay muchas cosas que todavía necesito comprobar. – dijo Toga, recibiendo una taza de café por parte de Sesshomaru. – Pero, por lo pronto, quiero que sepas lo que voy a contarte.

-Te escucho. – tomó el respaldo de una silla; ubicada frente a su padre, y se sentó. Toga sacó las tres fotografías que llevaba consigo y se las extendió a su hijo en la mesa.

-Hace 10 años, la verdadera familia de Sasuke fue atacada por una niña demonio. – explicó, señalando la foto de la pequeña Hinata Hyuga. – Sus padres murieron en el acto. Su hermano mayor quedó en coma y él escapó de su casa. Kushina y Shikaku lo encontraron en un edificio en construcción. Y como A se dio cuenta de que su caso se parecía a otros, en los que los niños terminaban en orfanatos diferentes y desaparecían de forma misteriosa, Kushina decidió adoptarlo. – dio un sorbo de su taza y la mantuvo unos segundos en sus manos.

Sesshomaru, mientras tanto, tomó en sus dedos la foto de la sacerdotisa Tsubaki.

-¿Y esta mujer como se relaciona con lo que me estás contando? – cuestionó, moviendo sus ojos dorados de la imagen hacia Toga.

-Solo es una teoría pero, creo que ella fue la que provocó el terremoto que derrumbó el sanatorio Akasuna e hizo que Hinata Hyuga atacara a Sasuke aquella noche.

El detective frunció el ceño. Esa maldita mujer. No conforme con lo que le hizo a su familia, ahora destruía las vidas de dos jóvenes indefensos.

-En fin... - su padre se levantó, tomando su gabardina negra y poniéndosela encima. – investigaré más sus objetivos con ayuda de A. Mientras tanto, quiero que se mantengan alerta y se cuiden, porque puede que nos estemos adentrando en un terreno peligroso.

-Gracias. – murmuró, tomando una carpeta, para luego ir con su padre a la puerta de la casa.

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-¡WHOA! – exclamó la joven de cabello rosa, mirando los puestos de comida, las luces y las atracciones disponibles en la feria de la zona. - ¡Hay mucha gente por aquí!

-¡M-Mira, Sakura! – exclamó Naruto, señalando a lo lejos un interesante puesto de máscaras.

-¡Increíble! – gritó emocionada, acercándose y sosteniendo en sus manos una máscara de cuervo.

De repente, el rubio sintió una punzada en su espalda, antes de verse obligado a inclinarse hacia Sakura y darle un beso en los labios. Para ambos, el momento fue tan inesperado que no pudieron evitar sonrojarse mutuamente.

-¡L-L-L-Lo siento! – gritó Naruto enseguida, separándose de ella y negando con las manos. - ¡F-F-Fue un accidente! ¡N-No quise...!

-Tranquilo. – dijo Sakura, más calmada de lo normal. – Vi al sujeto que te empujó, no te preocupes. – al escuchar aquello, el Namikaze soltó un respiro de alivio. - ¡Vamos! – exclamó, dejando la máscara en su lugar y tomando su mano. - ¡Hay muchos juegos a los que deberíamos subirnos!

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La melancolía y la tristeza golpearon tan profundo su alma, que no le importó tener que caminar descalzo hacia la azotea del hospital.

De alguna forma, y a pesar de que pasaron 10 años desde que cayó en coma y del frio que hacía en la ciudad de Tokio, era capaz de mantenerse en pie.

De usar cada parte de su cuerpo como si nunca hubiera estado postrado en una cama por tanto tiempo.

Parado en la orilla y mirando como las personas pasaban de un lado a otro por las calles, sentía como el viento levantaba el largo cabello negro del cuerpo que ocupaba.

Si la memoria no le fallaba, los individuos que lo visitaron dijeron que se llamaba "Kagome". Ese nombre no le sonaba. De hecho, nada lo hacía desde que volvió a despertar.

-Madre... padre... - pensó, poniendo un pie al frente. – Espero poder verlos pronto.

Cerró los ojos y se dejó caer al vacío.

-¡Itachi! – justo cuando Rin lo llamó; quedándose junto a la puerta de la azotea, InuYasha alcanzó a tomarlo del brazo derecho, subiéndolo de golpe y arrojándolo al piso.

-¡Maldito! ¡¿Qué demonios crees que haces?! – gritó enojado, poniéndose encima de él y sujetando el cuello de su camisa de manga larga. - ¡¿Ya se te olvidó que estás en el cuerpo de MI prometida?! ¡Te lo juro, si algo le llega a pasar...!

Antes de continuar, se dio cuenta de que estaba llorando. Y como el rostro que veía era el de Kagome, no pudo evitar sentirse culpable.

-Maldición... - murmuró, parándose y apartándose de él.

-Por favor, perdónalo. – suplicó Rin, arrodillándose a su lado mientras se sentaba. – Al principio, es muy difícil tratarlo. Pero una vez que lo conoces, te das cuenta de que...

-Yo debí morir ese día. – la interrumpió en seco, con su mirada vacía dirigida al suelo de concreto. Detrás de ellos, las sábanas que estaban colgadas se movían por el aire. – mis padres ya no están... dudo mucho que mi novia sepa que sigo en coma...

-¿Vio su cuerpo antes de venir aquí? – se preguntó la joven, atónita.

-A mi... - apretó los puños, enojado. - ¡NADIE ME NECESITA!

-¡Eso no es cierto! – replicó una voz ajena, llegando a la azotea con algo en su costado derecho.

-¡Sesshomaru! – exclamó Rin, mirándolo sorprendida al igual que InuYasha, ya que creían que no podría alcanzarlos, por estar tanto tiempo hablando con su padre.

-Tu hermano menor sigue vivo. – declaró, acercándose a él y arrodillándose a su lado. – Y si nos prometes que vas a recuperarte, te diré donde puedes encontrarlo.

Impresionado por la carpeta que le estaba entregando, Itachi no dudó en tomarla, abriéndola de golpe y revisando su contenido. Rin también la estaba viendo, percatándose de que el chico al que debía proteger, era el mismo de las fotografías.

Fin del capítulo.

Haunted and Lost | COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora