Capítulo 23: La chica en el puente.

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Sesshomaru veía a través de la vitrina, a su padre inconsciente, recostado en la cama de su habitación del hospital. Desde el incidente en la estación de policía de Suginami, no había dejado de preguntarse por qué Tsubaki se arriesgaría tanto para atacar, tanto a su padre, como a su antiguo compañero.

Con los brazos cruzados, ejerció fuerza en su mano derecha, arrugando la manga de su camisa azul oscuro. Y, perdiéndose un poco más en sus pensamientos, recordó las palabras de la anciana Urasue y de Rin.

***

-Tenía una extraña marca en su tobillo izquierdo. La recuerdo muy bien porque, por mucho que quisiera quitarla con la esponja que usaba para asearlo, no lo conseguía.

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-Cuando una sacerdotisa de poderes oscuros lanza una maldición, el humano o la criatura que la tiene, muestra marcas de patas o mordidas en los hombros o tobillos. Los únicos animales que pueden llevar a cabo esa tarea, son los cuervos, las mariposas negras y las serpientes. La gravedad de la maldición siempre depende de la fuerza que tenga el shikigami de la sacerdotisa.

***

-¿Podría ser...? – pensó, abriendo sus ojos dorados como platos.

Perdiendo de golpe las fuerzas, creyó que caería al piso. Sin embargo, eso no sucedió, quedando más que sorprendido por encontrarse con Rin, quien lo sujetaba de la cadera mientras le sonreía. Sin soltarlo, lo ayudó a llegar a una banca que se encontraba detrás de ellos, pegada a la pared. En cuanto se sentó a su lado derecho, lo tomó de los hombros y lo recostó en sus piernas, acariciando con dulzura su flequillo plateado y su frente.

-InuYasha me contó que casi no has dormido. – comentó, sonriendo con comprensión. – al menos, mientras estés conmigo... tienes que descansar un poco, ¿Si?

Sesshomaru, cambiando la dirección de sus ojos, relajó sus músculos y respiró con calma.

-¿Qué pasó con el tobillo de Itachi? – cuestionó seriamente. - ¿Pudieron comprobar si tiene una marca de maldición?

***

-¡Miroku, no puedes hacernos esto! – gritó InuYasha, sosteniendo el celular de Rin, quien, junto a Itachi, escuchaban la conversación con el líder del clan Higurashi. - ¡Debe existir algún método para deshacer la maldición de Tsubaki!

-InuYasha, al igual que ustedes, yo también ansío el regreso de mi prima Kagome. – dijo el sacerdote, sosteniendo el teléfono con cable de su oficina, a la altura de su oído derecho. - Y también me siento decepcionado por saber que la iglesia, conociendo todas sus fechorías, no se ha molestado en crear un conjuro, un pergamino o un rezo eficaz contra sus maldiciones.

-¡¿Entonces qué se supone que hagamos?! – gruñó el joven de cabello negro. - ¡¿Rendirnos y abandonar a Kagome?!

Miroku se quedó callado unos segundos.

-Odio admitirlo... - habló con pesar. - pero estamos atrapados dentro de su oscuridad. Sin ninguna linterna con la que podamos defendernos.

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-¿Rin? – la voz del detective la devolvió a la realidad, recordándole que debía sonreírle sin importar las circunstancias.

-No es nada. - comentó, negando con la cabeza. – Solo... concéntrate en dormir, ¿Si?

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Haunted and Lost | COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora