uno.

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"Del otro lado de los miedos está la vida" me había dicho mamá.

Cuanta razón tenía.

Si tan solo me viera ahora... haciendo lo que amo.

Estoy segura que me ve, esta fue siempre nuestra forma de conectar: la música.

Aun en sus peores días, cuando apenas podía moverse, disfrutábamos de cantar juntas sus canciones.

Ella era mi cantante favorita, y yo su guitarrista, pianistas, violinista, "todomusiquera" (como me nombraba) favorita.

Mamá tenia de las voces más dulces que oí en mis cortos veinticuatros. Aún siendo una mujer de cincuenta y largos, se oía como una joven adolescente.

Porque el cuerpo envejece, pero el alma no. Y ella cantaba con su alma.
Aun que había estudiado canto en la adolescencia, decidí que mi camino era el de los instrumentos. Me sentí siempre más cómoda allí. En el acompañar, en el ser base para la voz.

Poco antes de la muerte de Lola, mi madre, decidí renunciar a la musica.
Quería pasar lo poco que le quedaba a su lado. Trabajar mientras mi padre cuidaba de ella, para poder seguir costeando su tratamiento paliativo.

A Lola eso le desagraba por completo. Había llegado a no hablarme por un día entero, con tal de presionarme para que vuelva a mi eje.

-No me vas a ganar- dije mientras le entregaba sus medicinas.

Su pacto con el silencio era perpetuo.

-Lola- estaba poniendo en juego todo- no quiero volver a la musica sin ti.

Ahogue un sollozo.

-Tengo miedo de que cuando ya no estés, no poder volver a conectarme con la música como lo hacíamos- me miro cansada- solo tocare para ti, para que cantes tus tangos nostálgicos. Para que conectemos- le sonreí.

Y ella me sonrió.

-No vuelvas a llamarme Lola, para tí soy Mamá.

Sabía que no fallaba, detestaba que le dijera por su nombre.

-Marti- me llamo y voltee a verla- siempre volveré en cada verso que cantes, en cada acorde que toques, en cada cancion que escribas. Ahí siempre estaré yo.

Mamá falleció días después de esa conversación. Y a mi me costó más de medio año volver a tocar algo de música.

Un día, con cervezas de por medio, Arinna mi mejor amiga, me enseñó algo interesante.

"Te estamos buscando.

Búsqueda de pasantes en Producción Musical.
Experiencia previa minima: dos años.
Requisitos obligatorios: ser estudiantes o graduados de carreras musicales o producción musical.
Puntajes extras: tocar al menos un instrumento.

Contacto: +57 304 29103

-Mapache Prod."

-Deberías enviar tu curricula- sugirió.

-¿Tu crees?- pregunte aun viendo el anuncio en el teléfono.

-Tina, eras de las personas más talentosas que he conocido en mi vida.

-Si tu comparación es en base a Cris y Beto, ni siquiera aplico para esto. Significa que apesto- reí.

-Has hecho una rima- rió- hasta para hablar eres talentosa. Aplica, anda, no pierdes nada. El no ya lo tienes, ve por el si.

Y venciendo los miedos del que dirán, envié mi currícula.

Vaya a saber Dios por qué razón la vida puede dar vueltas inesperadas.

Yo no esperaba perder a mi madre a los veinticuatro años.

Como tampoco esperaba terminar trabajando para una de las bandas más reconocidas de latinoamerica.

Mamá había ido hacerse un chequeo de rutina normal, y había regresado con un diagnóstico desperanzador. Su corazon se estaba muriendo lentamente y no había forma de evitar lo que era inminente.

Yo había aplicado para una pasantia en producción musical, y me terminaron contratando para formar parte del crew de Morat.

Salvando las trágicas comparaciones. El destino es incierto, la suerte es azar. Pero lo que me había enseñado mamá era a ser pasional.

No solo en el amor, mis padres se amaban con locura, sino también en todos los aspectos de la vida.

Si eres pasional con tus sueños, estos se cumplen. Y quizas termines por cumplir sueños que nunca habías soñado.

Mi sueño era vivir de la música, pero jamás habría imaginado en mil millones de años esto que me sucedia. Trabajar para la música.

Desde que tengo uso de razón, mi vida estaba atravesada por melodías.
La voz de mi madre, el bandoneon de mi padre. La trompeta de mi hermano, los bailes de mi hermana.
La música me había acompañado toda mi vida. Me había dado todo lo que conocía, familia, amigos, pasiones y sueños.

Me encontraba en deuda con la música. Asi que trabajar para ella, para mi era una forma de redención, de devolverle todo lo que ella me había dado en mi vida.

Pero una vez más, volvía a endeudarme cuando sin esperarlo, la música había puesto en mi vida el amor.

Que difícil sería pagar esta vez.

El sonido de nuestra Música - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora