diecinueve.

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-¿Habló con Villa?- abrí abruptamente la puerta de la cabina de grabación.

Isaza, que estaba grabando, se asusto ante mí violenta intromisión.

-No, ¿Qué sucede?- pregunto pacíficamente sin entender nada.

Di un portazo y volví al estudio para comenzar a tomar mis cosas.

-¿Qué sucede?- pregunto Pablo, y junto con Nicolas miraron mi accionar.

-¿Me presta su auto?- le hable por el intercomunicador a Isaza, y este asintio- vuelvo en una hora- tome las llaves- creo.

Sabía conducir, pero era la primera vez que lo hacía aquí en Colombia. Eso me ponía nerviosa, y más aún siendo el auto de Isaza.

Tenía fe ciega que no iba estrellarlo, pero aún así, no estaba tranquila.

La tarde en que Villa fue a mi casa a charlar de su romance, porque ni siquiera fue capaz de preguntarme como me encontraba, definí por no insistir más en nuestra amistad.

Los vínculos se construyen de ambas partes, y de este vínculo, era solo yo la constructora. No iba a gastar un solo ladrillo más, si el no ponía de su parte.

Pero, una imagen en Twitter, o más bien varias imágenes, hicieron que todo eso quedara atrás.

Carolina había engañado a Villamil.

No había hablado con él desde aquella tarde, y tampoco ahora que habían sido viralizadas esas fotos.

Sabía que él se encontraría mal, y que por seguro necesitaba alguien que lo consuele. Yo era su amiga y debía estar ahí, junto a él, apoyándolo.

Hoy los egos, enojos y desaires quedarían a un lado.

Toque la puerta de su apartamento y no recibí respuesta. Asique espere unos cuantos minutos hasta que decidí llamarlo.

-Oigo su telefono sonar, se que esta ahí dentro- eleve mi voz para que me oyera- abrame ahora mismo.

La puerta se abrió dejando ver a una Villamil despeinado, con ojos rojos pero simulando no haber llorado.

Se fue sin decir nada, directamente al sofá.
Cerre la puerta detrás mío y colgue mi mochila en su perchero.

Saque los chocolates y me quite los zapatos.

-Ven- lo levante a penas de su posición y me sente debajo de su espalda en el sofá.

El se recostó sobre mi, dándome la espalda.

-Toma- posicione los chocolates frente a su vista- los traje para ti- era la primera vez que lo tuteaba.

Los tomo y dejo apoyados sobre una pequeña mesa que había a un costado del sofá.

Acaricie su pelo dándole signos de confianza.

-¿Como te sientes?- pregunte.

-Estupido- mascullo.

-Entiendo, pero no lo eres- oí qué realizaba un sonido de disgusto- ella se lo pierde.

Volteo dejando su vista hacia el techo.

-Eres demasiado hombre para alguien asi- lo mire pero el evito hacerlo- piensa el lado bueno, no nos habíamos encariñado tanto con ella- reí.

Me miro serio.

-Mal chiste- me puse seria- pésimo chiste. Nunca mas- simule un cierre en mis labios.

Sonrió cortamente, y estuve satisfecha. Al menos era una avance.

-¿Sabe algo?- pregunto y negue- me he sentido miserable en muchas rupturas, pero nunca así.

-¿Lo habían engañado antes?- negó con la cabeza- lamento decepcionarlo amigo, pero es inevitable este sentimiento. Los engaños son verdaderamente jodidos.

Cerró los ojos apretandolos. Supongo que evitando llorar.

-¿Cuanto ha llorado?.

-Lo suficiente como para que ardan los ojos- reí levemente.

Apoye mi cabeza en su pecho en forma de abrazo y nos quedadamos allí en silencio por unos largo tiempo.

Su corazón latía fuerte.

Por un momento fui egoísta, y me pregunté si latía así de fuerte por mi.

Pero en lo profundo sabía que no, que ese corazón latía fuerte porque había sido roto.

-Martu- me reincorpore- gracias- sonreí y volví acariciar su pelo.

-Para eso estoy, Villa.

Sentía como mi cuerpo se aflojaba poco a poco. Mitad porque me dolia verlo así de triste. Y la otra mitad porque por más que evitará verlo y pensarlo, estaba siendo imposible no seguir enamorandome de él.

Nos quedamos en silencio unos minutos, mirandonos mientras mis caricias no cesaban.

Tomo con su mano la mía, la que usaba para acariciarlo, y acaricio el dorso de esta.

-Villa- susurre.

Veía sus intenciones, y a pesar de que moría por eso, no era el momento.

Se acercó lentamente a mi, y no pude reaccionar.

Sus labios eran suaves y tibios, se sentian como algodón.

Dentro mio estallaron fuegos artificiales. Y sentimiento de culpa a la vez.

Y ahí fue cuando entra en razon. Me estaba aprovechando de su inestabilidad emocional, no era justo.

-Lo siento- dijo rápidamente cuando nos separamos.

No pude decir nada, solo le sonreí para hacerle sentir que todo estaba bien.

Pero no lo estaba.

La puerta sono y él se levantó a abrirla.

Quede aturdida sentada en el sofá. Y me hizo volver a la realidad los gritos que se oían.

Carolina había llegado al apartamento.

-¿Y ésta que hace aquí?- me señaló.

-Yo ya me iba- me pare y fui en busca de mis cosas.

-Arrastrada- dijo y voltee a verla impactada.

Mire a Villamil esperando que él reaccione y frene aquel atropello ante mí.

No dijo absolutamente nada.

-Okey- asentí con rabia y lo vi abrir la boca para decir algo.

-¡Vete!- grito Carolina.

Pegue un portazo que, estaba segura, se había sentido en varias manzanas a la redonda.

Ese portazo, había significado muchas cosas. Y una de ellas era haberle cerrado la puerta de mi vida a Villamil.

El sonido de nuestra Música - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora