veinticuatro.

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Volví a verme al espejo por quinta vez. Estaba nerviosa, más de lo normal.

Sabía que sería una noche algo difícil, Villamil estaría allí.

Seguramente en el bar abría cientos de chicas lanzándose a él, en busca de su atención.

Repase mi Outifit una vez más.

¿Vestido? ok, ¿tacones? ok, ¿peinado? ok, ¿maquillaje? ok, ¿perfume? ok, ¿pertenencias? ok. Nombre mentalmente mientras me veía al espejo.

Pedí el coche de aplicación y esperece impaciente en la entrada del complejo de apartamentos.

-Que preciosa se ve hoy, Martina- oí la voz de la Señora Luque detrás mío.

-Buenas noches Marta, muchas gracias- le sonreí amablemente.

-¿Tendrá una cita con el chico guapo que a veces usa lentes?- pregunto.

Mi cara de confusión debe haber sido muy notoria porque sintió necesidad de darme más referencias al respecto.

-El muchacho de vans- abrí mis ojos con sorpresa.

Se refería a Villa.

-No- dije alargando la o- nosotros solo somos - dude en usar la palabra amigos- somos algo parecido a amigos, es complicado- sonrió poco convencida- pero no estamos implicados amorosamente.

-Oh, que pena- ¿pena?- a ambos se les ve un brillo enamoradizo cuando están juntos. Quizás deberían ver mejor.

Créame Señora Luque, yo se muy bien que no está enamorado de mi, aunque yo si de él.

Reí ante su comentario atrevido.

-Que tenga una hermosa noche Señora Luque- le dije cuando vi que mi coche había llegado.

-Ya dije que me digas Marta- me regaño y luego sonrio- igualmente Martina- se despidió ingresando al edificio donde se encontraba su apartamento.

En menos de veinte minutos me encontraba en la puerta del Bar Montañitas.

"Estoy en la entrada" escribí a Isaza. Y luego de unos cinco minutos alguien salió en busca mío.

Ese alguien era Villamil.

-Martu- hablo fuerte haciendo que levante la vista de mi telefono- ven pasa.

Cruce la puerta ingresando a una gran salon. Era algo oscuro, sus paredes estaban tapizadas con un papel rojo y negro, y al final había unas cortinas de terciopelo también rojas.

-Que raro lugar- dije observando el cuarto.

-Es la recepcion- explico- pasando las cortinas esta el bar.

-¿Y que estamos esperando?- pregunte a secas.

-Martu- hablo cerca mio y voltee a verlo- por favor olvidemos nuestros problemas hoy, y llevemosnos como siempre. Hay mucha gente allí dentro, y lo menos que necesitamos es que nos pregunten qué sucede.

-Okey- dije luego de haber pensado su propuesta- solo por hoy, mañana volveremos a tomar la distancia que llevabamos- concluí caminando hacia las cortinas dejándolo atrás.

El bar estaba cerrado exclusivamente para invitados de Morat, y eso quería decir que conocía a la gran mayoría de las personas. Por trabajo o por popularidad los conocía.

A quienes no conocía eran a esos amigos íntimos que nada tenían que ver con la música. Pero eran agradables. Había hablado con varias amigas de Simon y Nath, tambien con la chica nueva con la que estaba saliendo Martin, y unas cuantos más.

Villamil cada cierto tiempo se unía a las conversaciones en las que estaba involucrada, y tal como habíamos pactado todo estaba normal entre nosotros.

Quizás había sido el parlancherio que no me había dejado llevar la cuenta de cuantos tragos llevaba, pero supe que habían sido muchos cuando me levante del asiento en el que me encontraba, y si no hubiera sido por la ayuda de Julia, la novia Nico, habría quedado estampada en el suelo.

-Creo que alguien esta de peda- canturreo Nicolas riendo desde su asiento.

-Usted cierre el pico- las letras se me patinaban un poco.

Camine al centro de la pista para unirme a Nath, Simon, Martin y sus amigos a bailar, por supuesto sin antes pasar por la barra y pedir un mojito.

-¡Esa bichota!- grito por encima de música Nathalia, mientras yo twerkeaba al ritmo de Sin pijama de Nati Nattasha y Becky G.

Duro unos segundos, solo para divertirnos. Me incorpore y seguí bailando normalmente mientras divisaba toda la pista de baile en busca de algo.

De algo no, más bien de alguien.

El alcohol nublaba mi juicio, y pase de confundir un trato cortés para que nadie pregunte sobre nuestra pelea, a olvidarme por completo todo lo sucedido y cruzar la línea que yo misma me había impuesto.

Luego de unos largos minutos buscandolo,o divisé en un grupo de gente, donde estaba tambien Isaza, de espaldas a mi.

Volví a la barra dándole un fondo blanco al mojito, y le pedi al bartender un shot de tekila.

Necesitas valentía, Martina.

De un rápido trago, enfonde el tekila y a paso decidido me dirigí hacia Villamil.



El sonido de nuestra Música - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora