tres.

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Observaba de reojo que Pablo y Nicolas tenían una conversación, pero no lograba oír que decían porque los auriculares me aislaban del sonido.

Me concentre nuevamente en el computador y en el sample que estaba arreglando.
Llevaba solo dos semanas en la pasantia y había aprendido más que en el conservatorio de música.

Me daban total libertad de expresar mis ideas, plasmarlas o incluso realizar arreglos sin consultar. Casi (por no decir siempre) todas las veces les gustaba lo que hacía.

Pasaba miles de horas en el estudio, incluso cuando Nicolas y Pablo no se encontraban allí. Tenía una copia de la llave, y podía usarlo a gusto las horas y días que quisiera.

Observe que Pablo se posicionaba frente a mi sacudiendo sus manos.

-Lo siento- dije quitándome los auriculares.

-Terminamos por hoy, vamonos a casa.

-Me quedan dos samples y una masterizacion. Quiero terminarlos- puse cara de cachorrito.

-Tina, es viernes por la tarde. Alistate para salir a cenar a la noche, haz algo divertido para tu edad. Tienes veinticuatro- hablo Nicolas

-Les juro que terminó y me voy a conocer a alguien por ahi- rei- vamos no tengo amigos todavía, solo ustedes dos. Y son unos abuelos, no harán nada hoy.

-Me ofende lo de abuelo- dijo Pablo mirando a Nicolas.

-Pero tiene razon- respondió él- cierra bien cuando te vayas. Y que no sea tarde.

-Lo prometo- dije festejando.

-El lunes te esperamos a las 7 am. Conocerás por fin a Isaza- dijo Pablo desde la puerta.

-Genial, que descansen. Buen fin de semana- salude con la mano y regrese a concentrándome en el computador.

Los samples eran rápidos de realizar, lo que más tiempo llevaba era la masterizacion.

Me levante del sofá, para ubicarme en el escritorio frente a computador más grande desde donde hacíamos las partes más pesadas.

Tenía que poner especial atención a este trabajo ya que era para una canción de la hermana de uno de mis jefes.

Di enter y deje que el programa finalice todos los arreglos que habia realizado.

Me recosté sobre la gran silla mientras observaba como la barrita de cargue subía lentamente.

-Somos un viernes pero no un domingo- cante suavemente.

La puerta del estudio se abrió de golpe y yo salte de la silla.

-¡Ay la puta!- dije y luego voltee- ¡Lo siento!- me tape la boca al ver de quien se trataba.

-No, yo lo lamento, creí que no había nadie- respondió.

-Dios, casi me infaro- reí- mucho gusto, Martina- estire mi mano para saludarlo.

-Hola Martina, soy Juan Pablo- respondió.

-Creí que nos veríamos el lunes- dije colocando mis manos en los bolsillos traseros de mi jean.

-Si, lo haremos. Solo que quise venir por unas cosas al estudio- dijo- ¿que haces aún aquí?, son las ocho de la noche.

-Ya estoy terminado. Me quedaban dos samples por hacer y la masterizacion de Domingo, no quería irme sin terminarlo- me sente nuevamente en la silla.

-Ve disfrutar del viernes, eres joven. Hay mucho tiempo para trabajar- comenzó a buscar algo en un cajón.

-Si, lo haré, pero es que no tengo amigos y sinceramente, este lugar tiene un imán. La paso super aqui- respondí.

-No harás amigos tampoco si sigues aquí. Y también coincido en lo del imán.

-Prometo que cuando la barra llegue a cien, apago todo y me retiro.

-Okey, confío en ti. El lunes me muestras lo que has hecho. Nos vemos Martina- me saludo con un puño y se retiro.

Isaza era muy alto, más de lo que imaginaba. Pero tenía una vibra super chill a pesar de ser enorme e imponente.

Cuando la barra llegó a ciente, tal como le había prometido a mis jefes, apague todo y me retire.

Al salir del estudio, observe que Isaza se encontraba con otros tres muchachos dentro de su casa.

Los tres hombres se encontraban de espalda a la ventana mirando a Isaza, que cuando me vio me saludo con su mano.

Devolví su gesto y sus acompañantes voltearon a verme.

Me sentí algo intimidada, pero salude tímidamente para no quedar como una maleducada. Y lo tres me saludaron alegremente.

Salí rápidamente camino a mi hotel. Y en el transcurso caí en cuenta de quienes habían acabado de saludarme.

Quizás fueron los nervios, pero no me había dado cuenta que los tres muchachos eran el resto de Morat.

Reí interiormente al imaginar mi cara de estúpida al saludarlos tímidamente.

Algún día tendré la posibilidad de decirles que no soy tan tonta como me vi, sino que me intimidaron.

El sonido de nuestra Música - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora