Cap 47. Valor

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Una simple mentira puede hacerte más feliz que una realidad difícil de tratar.

La habitación estaba mal iluminada, había daños aparentes en diferentes áreas del lugar, diez en total, diez cilindros con algún líquido transparente, nueve cuerpos flotando dentro y un solo recipiente roto.

Jim miraba esa placa suelta en el piso, no había que ser demasiado inteligente como para percatarse de la realidad de este lugar, aun así Jim tenía la esperanza que solo fuera una idea errónea propiciada por su activa imaginación.

La chica se limpio los ojos y pensó mejor las cosas, su madre era una poderosa bruja, este tipo de cosas las hace a diario — todo el tiempo — Jim pensó un poco y decidió ir directo con su madre, ella podría explicarle como siempre lo hace, ella era directa y sin rodeos.

Si bien conocía a su madre y sabía que a veces era un desastre, ella tenía esa cualidad única de explicar a fondo las cosas.

Una sonrisa leve se formó en su rostro, pero una iluminación repentina le llamó la atención, bolas de fuego que comenzaban a formarse por toda la sala, giraban y se estremecían rápidamente, Jim sabía que esto no era normal, era magia y una poderosa.

En cuanto la primera pecera gigante reventó por el fuego Jim usó su magia para salir de ese lugar, un puf y estaba en la isla. Eso había sido peligroso.

Jim regresó al cuarto de su madre, tenía que buscar ese diario, esos apuntes y esas fotos.

No fue difícil encontrarlos nuevamente, su ubicación era demasiado obvia.

Justo como recordaba, las fotos de embarazo de su madre, esa clínica, esas personas que posaban con su madre, ella tenía mala fama, pocos la saludan, difícilmente podría jactarse de tener amigas cercanas.

El diario y sus notas, claramente resaltan a Oscar, no era difícil encontrar, las referencias, los indicios.

Tal vez se había encandilado de una mentira, muy a su dudar convoca un viejo libro, un manual que su madre le había regalado, había hechizos simples, y complejos y le daba plena libertad o al menos ella decía que tenía que probar sus límites.

La mayoría de los hechizos eran sencillos y algunos peligrosos, en muchos de ellos pudieron ocurrir accidentes.

Pero su objetivo era otro, uno que disipaba ilusiones, disipar mentiras.

Jim dudó un poco pero al final se decidió y usó su magia con mucha precaución, las fotos cambiaron, ese no era el rostro de su madre, se parecía a ella pero no era la que conoce.

El diario y las notas estaban plagados de notas mágicas, todas hechas para resaltar el nombre de Oscar, su ubicación y sus características, era como borrar todo lo innecesario y dejar a la vista solo una cosa, como ubicar a Oscar.

— Tal vez no signifique nada — Jim se repetía a sí misma, tal vez quería equivocarse.

Jim volvió a guardar su traje de bruja, ella sabía que hasta después de los quince podría usarlo con orgullo, siempre y cuando su madre aprobará el diseño, pero mientras guardaba el sombrero empezaba a dudar, si esto no sería alguna otra mentira.

JIm tomó un poco de valor y si bien su madre le enseñó algo era confrontar las cosas de frente.

Por temor Jim no quiso usar ese hechizo nuevamente, ya había visto algunas cosas desagradables.

Le tomó algo de tiempo, pero una bruja como Erizo era difícil de ignorar.

— Mamá! — Jim por fin la pudo encontrar.

Erizo estaba un poco más agitada de lo normal, solo se detuvo en el pueblo buscando un café cargado y un bocadillo, había trabajado todo el día pero necesitaba terminar.

Erizo miró a la chica, ella estaba algo nerviosa y temerosa, más de lo habitual.

— Tengo que pregun... — Jim no pudo completar la frase cuando una de las alarmas sonó en su bata, haciendo que esta de la impresión tirara el cafe.

— No puede ser, no puede estar pasando esto — Erizo estaba alterada. miro y noto que había mucho turista había visto su berrinche, esta decidió salir a toda prisa.

Jim intentó detenerla tomando una esquina de su bata pero no le gusto nada lo que escucho.

Erizo no se detuvo salió a un callejón aun con su niña siguiéndola hasta que se detuvo y con una cara seria y de pocos amigos se apartó de ella — Jim dame un momento, tengo que atender el laboratorio tengo que deshacerme de un accidente, me encargare de ti más tarde — ella desapareció sin decir una palabra mas.

Jim estaba algo perpleja, era difícil saber qué estaba queriendo decir su madre, ella confiaba pero empezaba a dudar.

Jim había decidido caminar por su lugar favorito el muelle, este siempre le traía algo de tranquilidad y comodidad pero este día se sentía triste y apagado.

Al final y como de costumbre terminó descansando bajo el muelle en ese lugar donde siempre ocultaba su bote con el que siempre se daba sus escapadas, era de las pocas cosas que quería pensar en esos momentos.

Jim noto algo raro, algo que flotaba a su dirección, a veces desaparecida y en otras — un momento — Jim reconoció esa figura era uno de los fantasmas del laboratorio de su madre.

Todos se parecían, pero su personalidad era única y este el que más conocía era Bob, un fantasma simple y reservado pero siempre amigable ya había salido de la isla varias veces en su compañía.

Algo andaba mal, se veía incompleto, con algunos agujeros y poco a poco perdía altura, Jim entró al mar para sujetarlo, claro el no se ahogaría es solo un fantasma pero su forma estaba empezando a deshacerse como si pequeñas partes de él se fueran como el polvo.

Cuando al fin estaba en sus manos este se veía cansado y débil, no era posible en la visión de la chica.

— Es bueno verte — Comento Bob el fantasma — Solo vine a despedirme y decir que todos los demás te vamos a extrañar, pero debemos partir — El fantasma hablaba con dificultad.

— no entiendo, que paso te lastimaron, por que te estás deshaciendo dime como solucionarlo Bob — Jim se sentia inutil al no saber qué hacer.

— No importa, solo ya no somos de utilidad así que nos dejó partir, Erizo... ella .. —Bob se había desvanecido.

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Oscar nunca antes había estado tan emocionado era como volver a la infancia y preguntar por todo , todo era realmente nuevo.

Mildred Junto con Oscar estaban paseando por el muelle, mientras con un poco de reserva Mildred le explicaba la identidad de algunos de los habitantes del lugar.

— Entonces ese sujeto el de la entrada del cine — Oscar preguntó.

— Un monstruo — Mildred suspiro lamentando el momento en el que abrió la bocota.

— Y esa señora, la del puesto de helados — Oscar señaló discretamente.

— Es un espectro de hielo y si está disfrazado — Mildred repitió de mala gana.

— Y el panda Pepper el pescador que antes tenía barba — Oscar señaló.

— Una nube o algo así — Mildred comentó refunfuñando.

— Noooo, no me digas que la chica de la panadería también es un ser mágico — Oscar comento algo asombrado.

— Si es una jety — Mildred se sobo las sienes mientras gruñía — Lo que faltaba me empiezo a escuchar como mi hermana—

— ok, ok solo una mas y no preguntare por hoy — Oscar casi rogó.

Oscar escuchó un leve llanto y por casi instinto se desvió para ver de qué se trataba, una voz joven, cuando Oscar observó abajo del muelle el reconoció a esta chica, Jim.

— O la chica, si es una bruja y como se ve una muy llorona — Mildred comentó despreocupada.

Oscar no perdió el tiempo y fue directo con la chica, era difícil ignorar ese grito involuntario de ayuda.

Retomando el rumbo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora