Narra Vanesa:
Miramos a la abogada en silencio mientras ella se dirigía triunfal a la puerta. Nada más cerrarse detrás de ella, fui hasta mi escritorio y tomé su tarjeta bajo la atenta mirada de Mónica.
- Tiene su estudio en Miami. -mascullé, volteando para ver su expresión.
Su mandíbula estaba tensa y sus ojos aún parecían fulminar los restos de imágenes de la abogada que aún se reproducían en sus retinas.
- Su estudio en Miami y los ojos en tu escote. -soltó con evidente molestia, haciéndome sonreír-
- ¿Estás celosa, Carrillo? -pregunté divertida, pero ella negó con la cabeza despreocupada-
- Por supuesto que no.Sin perder la sonrisa, me acerqué a ella. Tomé una de sus manos y besé sus nudillos sin quitar mis ojos de los suyos.
- Es bueno oírlo. -susurré aún jugando con su mano- Además, sabes que no tiene ninguna oportunidad conmigo, intentó comprarme. -dije picándola.
Mónica se echó a reír tirando levemente su cabeza hacia atrás. Solía hacerlo cada que reía así sea que lo hacía con ironía o sinceridad, y me encantaba. Su cuello se estiraba y los contornos de su mandíbula se marcaban con determinación mientras el sonido sedoso que salía de su garganta me encapsulaba en una burbuja personal de placer terrenal.
- Vaya, es bueno saberlo, Martin. -masculló con un marcado humor en su voz. Reí levemente y tomé su rostro entre mis manos para besar el puente de su nariz.
- Sabes que bromeo... - dije y ella arqueó sus cejas y me miró severa.
- Claro que bromeas. -dijo y sus manos bajaron seductoramente mi trasero- No necesita aclararlo, doctora.Apoyé mi frente contra la suya cerrando los ojos y disfrutando de la sensación que el aire tibio que salía de su boca entreabierta dejaba en mis labios. El olor de su piel mezclado con su perfume invadieron mis fosas nasales con rapidez, haciéndome olvidar lo que había sucedido hacía solo minutos. La abracé por la cintura mientras respiraba hondo, perderme en ella y en las sensaciones que despertaba en mí era demasiado fácil. Lentamente, caminé hacia adelante haciéndola retroceder hasta donde sabía que estaba su escritorio. Cuando su cuerpo chocó contra este, dejó escapar una suave risa que se disipó entre mis labios. Sonreí, sintiendo su mano subir por mi espalda e instalarse en mi nuca.
- ¿Qué estas haciendo, Vanesa? -preguntó, rozando nuestros labios.
Su voz había mutado a un susurro ronco y apenas audible que repercutió en cada una de mis extremidades sensibles.
Abrí los ojos y me encontré con los suyos estudiándome curiosos. Me había preguntado qué era lo que estaba haciendo, pero sus pupilas dilatadas me indicaban que ya tenía una idea.- Quiero recuperar los días perdidos... -dije de todas formas, desatando una vez más su risa.
Disfruté por unos segundos de aquel sonido dulce y que me hacía sonreír como una idiota, pero luego lo acallé poniendo mi boca sobre la suya.
Mónica me correspondió de inmediato. Su mano sujetó mi nuca con firmeza, manteniendo mi cabeza quieta mientras su lengua profundizaba nuestro beso. Gemí despacio y presioné su cuerpo contra el mío mientras enterraba una mano en su cabello. Lo despeiné haciendo que el olor a su shampoo de coco y jazmines se sumase a la estela de fragancias que, junto a su perfume, me embriagaban los sentidos.- Oye... -dijo y tomó suavemente mi barbilla para alejarme y mirarme a los ojos- Martín, no es momento...
Mordí mis labios, frustrada, pero pronto una sonrisa asomó por ellos. Sus ojos abandonaron los míos hasta caer descaradamente a lo que, según ella, había captado la atención de la abogada. Sus manos subieron al cuello de mi camisa y tiraron de él, haciendo que un par de botones se desprendieran.
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Conflictos de oficina
ФанфикVanesa Martín y Mónica Carrillo son dos abogadas de renombre que van tras un mismo objetivo: el ascenso a socias de uno de los estudios jurídicos más importantes de toda España. Sin embargo, para ello tendrán que aprender a convivir dentro de una m...