Narra Mónica:
Poco a poco, fui despertando al sentir un tropel de besos que comenzaba en mi mandíbula y finalizaba en mis clavículas, dejando un sendero marcado por mi piel levemente erizada. Sonreí, abriendo un ojo y encontrándome con la mirada jovial de Vanesa escudriñando cuidadosamente la mía. Sus brazos se tensaron a mi alrededor, atrayéndome hacia ella, y su pierna se movió entre las mías.
- Buenos días, cariño -murmuró y volvió a esconder su rostro en mi cuello.
Cerré los ojos nuevamente para disfrutar un segundo más de la calma que su cercanía siempre me ofrecía, lo necesitaba antes de caer en la realidad del día que nos esperaba. Inspiré hondo, el olor y el calor de su piel despertaron mis sentidos cuando un cúmulo de vesículas de serotonina se liberó y los aporrearon felizmente.
- Contigo siempre lo son, Martín -susurré sintiendo la plenitud de esa verdad en el cuerpo.
Tomé suavemente su rostro e hice que saliera de su escondite para poder acariciar sus labios con los míos. Me apetecía enormemente hacerlo lento y disfrutando a consciencia de lo que la vida me había puesto en el camino, sin embargo mis planes se fueron al garete cuando Vanesa hizo con sus manos y su lengua que la naturaleza tierna y dulce del beso mutura a una más ferviente y voraz. Deseé rodar los ojos, divertida por su ansiedad, con ella era siempre lo mismo. Reí aún contra sus labios, acallando un suave gemido que escapó de su garganta.
- Martín, detente -susurré, retirándome un poco y haciendo que me mirara con el ceño fruncido- ¿Qué hora es? Hoy más que nunca, no podemos llegar tarde...
Ella volteó rápidamente y miró la hora en su móvil.
- Cinco y diez -respondió, volviendo a la carga contra mi cuello. Volví a reir despacio, encogiéndome y atrapándola con mi cabeza y mi hombro.
- Vanesa, ¿me has despertado cuarenta minutos antes para tener sexo? -inquirí, fingiendo estar molesta.
Ella se salió de mi cuello y me miró fijamente sonriendo. Asintió con un entusiasmo infantil, respondiendo a mi pregunta y haciéndome rodar los ojos. Si no habría descansado como lo hice los últimos dos días, probablemente la mataría. Aunque, ¿cómo podría enojarme con esta mujer?
Negué con la cabeza cuando intentó acercarse otra vez y le di un casto beso en los labios, ella refunfuñó al comprender el mensaje. Si habíamos madrugado tanto, mejor aprovechar el tiempo.
- No he madrugado para esto -replicó, mirándome con sus ojos entrecerrados.
Reí nuevamente y acaricié tiernamente su mejilla, haciendo que su ceño fruncido desaparezca y que sus ojos me observaran muy abiertos. Sólo entonces me detuve a mirarla con detenimiento, ella sí que no había logrado descansar mucho, las manchas oscuras debajo de sus ojos lo dejaban en claro.
- ¿Dormiste mejor? -pregunté, sin dejar de acariciarla- Te removías mucho...
Ella hizo un gesto con la cabeza, indicándome que lo había hecho, pero regular, como los últimos dos días.
Vanesa había quedado abrumada después de la pesadilla, esa madrugada le fue imposible dormir bien, y a mí con ella. Los brazos de Morfeo me tomaban por períodos breves y entrecortados y cuando me abandonaban, me la encontraba totalmente despierta y observándome detelladamente, como si quisiera asegurarse de que realmente estuviera allí. Me encogía el corazón verla en un constante estado de alerta. Ella no era así, pero estaba claro que los restos de su sueño y nuestra propia realidad la estaban afectando, y el hecho de que su temblanza para este tipo de situaciones estuviera pendiendo de un hilo me confirmaba que lo que estaba ocurriendo estaba repercutiendo en nosotras mucho más de lo que nos gustaría admitir.
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Conflictos de oficina
FanficVanesa Martín y Mónica Carrillo son dos abogadas de renombre que van tras un mismo objetivo: el ascenso a socias de uno de los estudios jurídicos más importantes de toda España. Sin embargo, para ello tendrán que aprender a convivir dentro de una m...