Narra Mónica:
Vanesa me miraba estupefacta mientras el agua caía por su rostro. Sus ojos rápidamente volvieron a irritarse, amenazando con dejar salir una vez más sus lágrimas. Irremediablemente sentí también ardor en los míos mientras la sensación de estar cometiendo un error tomaba cada vez más dimensión en mi interior. Sin embargo, antes de que pueda arrepentirme, ella asintió alejando sus ojos de los míos, y desapareció detrás de la mampara.
Es que la cagas tanto que vas en caída libre...
Cerré los ojos y apoyé mi frente contra los azulejos, dejando que el agua golpee la parte trasera de mi cabeza. Me odiaba por confundirla de esa manera, pero yo no estaba mucho mejor, y aunque la deseaba con cada poro de mi piel, era mejor así.
Que tenía muchas cosas por asimilar, le había dicho. Y era cierto.
No era consciente de lo que implicaba todo lo que habíamos pasado, hasta esta mañana cuando una pesadilla puso mis sentimientos a flor de piel y claros como el agua, dándome de lleno contra una pared con nombre y apellido.
No quería perderla, tampoco era capaz de alejarla completamente, pero Vanesa había entrado a mi vida como un huracán, atrapándome entre sus ráfagas y haciendo surgir en mi sentimientos que no era capaz de dominar.
Había perdido totalmente el control que tenía sobre mi misma hasta el punto de exponerme como escudo humano, y me acongojaba. No era algo a lo que estaba acostumbrada y de pronto, con ella perder el control se había vuelto moneda corriente.
Me asustaba.
Me asustaba la forma en la que me hacía sentir cada vez que sus ojos se fundían en los míos...A la deriva...
Y viva, como nunca antes.
Inspiré y exhalé hondo, buscando calmar las palpitaciones que azotaban mi tórax.
Sabía que la quería en mi vida y me paralizaba el miedo de volver a vivir algo como lo que pasó. Aún era capaz de escuchar el sonido del disparo y su grito. Aún era capaz de sentir el terror rasgándome por dentro.
Temía perderla cuando ni siquiera sabía si la tenía. Pero allí estaba, conviviendo con ese miedo que se instaló en mi desde que la vi inconsciente en los asientos traseros, presionando mi pecho, ahogándome. Un miedo tan latente que la pesadilla que había abierto mi mañana aún estaba fresca en mi cabeza; todavía podía sentir su sangre tibia escurriendo de mis manos mientras intentaba desesperada detenerla, aún podía ver su boca entreabierta luchando por respirar y sus ojos mirándome fijamente mientras se iban apagando lentamente, dejándome sola y abandonada a mi suerte mientras la desolación amenazaba con hundirme.Me estremecí recordando. Había sido tan real, las sensaciones, la desesperación invadiéndome... su imagen se reproducía sin descanso en mi mente cada vez que nuestras miradas se cruzaban y no lo soportaba.
No soportaba todo lo que era capaz de despertar en mi.
Nunca me había encontrado en este lugar y me desesperaba. Supongo que por eso tomé el camino más fácil, como ella me había acusado una vez, y puse barreras a mi alrededor, necesitaba protegerme.
Al menos hasta ser capaz de controlar mi propio corazón.Ya, a que así no la pierdes...
El remordimiento hacía estragos en mi interior mientras las lágrimas comenzaban a picar en mis ojos.
¿Qué otra cosa podía hacer?
Necesitaba tiempo, ordenarme.
Pero a la vez la necesitaba a ella.Pasé mis manos por mi rostro, totalmente abrumada, para luego dejar que el agua caiga unos segundos sobre él, como si limpiando mis lágrimas pudiera también limpiar todo lo que me corroía por dentro.
Finalmente, decidí salir. Por más seguro que parecieran estas cuatro paredes, no podía quedarme toda la vida en su baño.
Caminé hasta la habitación y, sin pensarlo, tomé una camiseta del vestidor de Vanesa. La estudié bien y noté que era la misma que había utilizado la primera vez que estuve en su departamento.
Mordí mis labios, y me dejé llevar por el impulso de llevarla a mi nariz. De inmediato, su olor me invadió por completo, haciéndome estremecer. Ese perfume que solía dejar al caminar ahora estaba acumulado en un solo lugar, deleitándome.
Cerré los ojos, disfrutando y abstrayéndome de todo tiempo y espacio, pero mi imaginación me jugó una mala pasada y su imagen desnuda debajo de la tela me obligó a abrirlos de golpe.
Negué con la cabeza, negándome también a lo que deseaba, y me puse la camiseta para luego salir con prisa, temiendo que el anhelo por ella siga escalando.
No era momento.
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Conflictos de oficina
FanficVanesa Martín y Mónica Carrillo son dos abogadas de renombre que van tras un mismo objetivo: el ascenso a socias de uno de los estudios jurídicos más importantes de toda España. Sin embargo, para ello tendrán que aprender a convivir dentro de una m...