Narra Vanesa:
Vaya, esto sí que no me lo esperaba...
En cuanto se giró y nos miramos, sus mejillas se tiñeron de un color granate intenso difícil de disimular, yo me quedé paralizada, incapaz de continuar poniendo un pie delante del otro. Era la mujer del mejor-sexo-en-años, ahora no solo tenía nombre sino que también íbamos a trabajar juntas.
La estudié con cuidado y pude notar como sus expresiones pasaban de la absoluta sorpresa al... ¿qué es eso? ¿enojo? pues parecía enojada, su mandíbula se mantenía apretada, tensa, su ceño fruncido y estaba tan seria que tenía más posibilidades de sacarle una sonrisa a Anton Ego de Ratatouille que a esta mujer.
Sentí carraspear a mi padre, con mucho esfuerzo despegué mis ojos de la desconocida ahora con nombre para posarlos en él que me miraba con una ceja en alto.
- ¿Se conocían? -preguntó, vaya ¿era tan evidente?-
Pues sí, tonta, que te quedaste paralizada en mitad la oficina...
Ya, me consideraba buena para disimular mis emociones cuando estaba frente a mi padre y otra persona que no fuera parte de mi circulo, pero en ese momento estaba sufriendo algunas dificultades. Desde pequeña me había hecho saber que prefería las demostraciones de afecto en casa y a puertas cerradas, para que el resto del personal no crea que tienes un trato especial me decía, al principio me chocaba no poder simplemente llamarlo padre o papá aunque estemos en el lugar de trabajo, pero con el tiempo fui normalizando tener que dirigirme a él como doctor.
Una risa femenina resonó en el lugar, sacándome de mis pensamientos y devolviéndome a la realidad: tenía a mi padre y a la mujer que me había robado horas de sueño en la misma sala. El ambiente se sentía bastante pesado, ¿o era yo?
- Que va Francisco, como crees -dijo atropelladamente y volvió a reír nerviosa-
¿"Francisco"? ¿Y lo tuteaba? Vaya, esto es nuevo...
Sus ojos, que a la luz del día parecían más claros, se instalaron una vez más en los míos y enseguida volvió a hablar, esta vez con un tono más firme:
- Es un placer conocerte, Vanesa -acortó la distancia que había entre nosotras y me estrechó la mano, sintiéndome estremecer bajo su contacto. Tragué saliva-
- El placer es mío, doctora – mi garganta me traicionó y dije aquello con un hilo de voz-
- ¡Perfecto! –mi padre habló- Hechas las presentaciones, por favor tomen asiento. Tenemos que hablar sobre la nueva modalidad de trabajo que quiero que lleven adelante.
¿Ah?...
Miré primero a mi padre mientras se acomodaba detrás del escritorio y luego a Mónica, que haciendo lo mismo pero del otro lado. No parecía confundida como sí lo estaba yo, por lo que intuí que me había perdido de algo y estaba siendo la última en enterarme. Di un par de pasos y me senté en la silla que estaba a la derecha de ella. Al hacerlo, mis sentidos descubrieron la fragancia que desprendía, jazmines, sutilmente dulce, pero lo suficiente profunda como para quedarse en la punta de mi nariz, inquietándome y haciéndome querer perderme en su piel una vez más. Corrí esa idea de mi mente y dejé mi atención puesta en mi padre, esperando una explicación sobre sus palabras. Él me devolvió la mirada antes de comenzar a hablar e inmediatamente supe que no sería nada bueno.
- Dado que ambas quieren convertirse en socias del estudio, he diseñado un Plan de Trabajo por el plazo de un año que implica, por un lado, un porcentaje del ochenta y cinco por ciento de casos cerrados a favor y, por el otro, un porcentaje de ganancias. A este último aún lo están preparando los del Área de Contabilidad...

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Conflictos de oficina
FanficVanesa Martín y Mónica Carrillo son dos abogadas de renombre que van tras un mismo objetivo: el ascenso a socias de uno de los estudios jurídicos más importantes de toda España. Sin embargo, para ello tendrán que aprender a convivir dentro de una m...