Narra Mónica:
- ¿Por qué Málaga? -pregunté mientras llenaba la maleta. Por supuesto, anoche logré que me confesara su sorpresa.
- ¿Qué? Lo siento, no te oí
Vanesa salió de mi vestidor con una de mis camisas oversize bajo el brazo, caminó hasta el otro lado de la cama donde tenía abierta su maleta y la guardó dentro. Sonrió cuando nuestras miradas se cruzaron y vio el vaivén que mis ojos hacían de los suyos a la prenda.
- No me mires así, es de mis favoritas -dijo divertida, haciéndome sonreír. También era de mis favoritas, pero también me gustaba verla en ella- ¿Qué era lo que habías dicho?
- Sólo pregunté porqué compraste una casa en Málaga -repetí mientras doblaba un pequeño short de lino.
Vanesa quedó a medio camino sosteniendo una blusa y me miró sorprendida por la pregunta. Pensó por unos segundos y luego se encogió de hombros.
- Por nada en particular, en realidad. Sólo se dio allí -respondió despreocupada y siguió con lo suyo- Ya que sabes a dónde vamos, llevaré algo de vajilla ¿vale? -me dijo mordiendo su labio inferior.
La observé con detenimiento, estaba rascando nerviosa su cabeza y parecía algo apenada, lo cual la hacía lucir aún más adorable. Me gustaba el colorete en su mejillas. Ella se aclaró la garganta antes de hablar.
- He ido muy poco y aún debo comprar muchas cosas -explicó, mirándome expectante.
- ¿Tienes una cama? -pregunté de repente y ella frunció el entrecejo, confusa.
Arqueé una ceja, esperando por su respuesta y ella finalmente asintió algo dubitativa.
- Perfecto. Es lo único que necesitaremos -dije sonriendo despreocupada.
Vanesa también sonrió y comenzó a rodear la cama para salir de la habitación, pero antes de cruzar el marco de la puerta, se detuvo en seco y giró para mirarme.
- Eso es un sí, ¿verdad? -preguntó insegura y yo reí.
- ¡Que sí, cariño!
Finalmente salió en dirección a la cocina, dándome a mi la oportunidad perfecta para guardar en mi equipaje algo que quería llevar con nosotras. Fui hasta el vestidor y comencé a buscar en el fondo de mi cajón de la ropa interior hasta que di con mi objetivo. Sonreí, recordando el día que usé en Vanesa el vibrador. Si aquello le había gustado, esto le encantaría, y yo no podía tener más ganas de usarlo. Regresé y lo guardé, escondiéndolo debajo de la ropa por si a mi novia se le daba por buscar alguna de mis prendas mientras estábamos allá.
De pronto, el estruendo de algo haciéndose añicos en la planta de abajo me hizo sobresaltar. Miré hacia la puerta y rodé los ojos. Si seguía enviando a Vanesa a la cocina, en poco yo también tendría que comprar vajilla nueva.
-
Llegamos a Málaga cerca del mediodía, el viaje se nos había hecho algo largo debido a las veces que tuvimos que detenernos para que Camarón hiciera sus necesidades y también porque yo insistí en bajar en una gasolinera para comprar bocadillos. Por supuesto, Vanesa se había negado en un principio bajo la excusa de que sólo quedaba una hora de viaje, que no moriría de hambre, pero luego de sacar a relucir que me lo debía por estar destrozando casi toda mi vajilla, cerró la boca y lo aceptó a regañadientes.
- Creí que tu casa quedaría en el centro de la ciudad -dije mientras llevaba un puñado de papas a mi boca y veía que nos alejábamos de la zona céntrica.
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Conflictos de oficina
FanfictionVanesa Martín y Mónica Carrillo son dos abogadas de renombre que van tras un mismo objetivo: el ascenso a socias de uno de los estudios jurídicos más importantes de toda España. Sin embargo, para ello tendrán que aprender a convivir dentro de una m...