Narra Mónica:
- ¿Qué ocurre?
Mi voz salió despedida en un susurro ronco y doloroso, pero lo suficiente audible como para sobresaltar a todos y llamar su atención.
María limpió rápidamente sus lágrimas mientras presionaba los labios en una sonrisa apretada, me sorprendí internamente al no ver la tristeza que esperaba en sus ojos, pero aquella sensación sólo se unió al remolino que vagaba dentro de mi interior; confusión, miedo, desesperación... ellas predominaban con la misma fuerza con que la humedad se acumulaba en mis lagrimales.
Mi mirada abrumada pasó de ella a Francisco, hasta finalmente recaer en el Dr. Fernandez, implorando en silencio una explicación que no contenga las palabras que podrían arrancarme la vida.
- Por favor, explicame... -susurré a media voz. Él me miró fijamente, dejándome ver la transformación de sus expresiones en su rostro, sus labios apretados pasaron a elevarse en una pequeña sonrisa.
- Vanesa ha respondido a algunos estímulos...
- Ha apretado mi mano, Moni... -murmuró María mientras sus lágrimas seguían deslizándose por sus mejillas, esta vez dejándome en claro su naturaleza.
Las palabras habían chocado de lleno contra mi pecho, robándome el aliento que aún quedaba en mis pulmones mientras mi cerebro se esforzaba por comprender aquella información. No se trataba de lágrimas de tristeza, sino todo lo contrario.
La sonrisa de Vanesa asaltó mi memoria y con mucha más fuerza lo hizo también el sonido de su risa. Como si realmente me estuviera llamando, miré en dirección a su puerta para, un momento después, estar atravesándola con decisión en medio de aquella situación confusa y chocante.
Me detuve en seco aún con el pomo en la mano y la observé mientras leves temblores comenzaban a sacudir mi cuerpo. Desde que la habían herido frente a mis ojos vivía en un constante estado de alerta e incertidumbre, aquellas horas críticas habían sido feroces y crueles y, a pesar de que Vanesa había logrado superarlas, permanecía con el miedo latente de perderla. Pensar lo peor fue inevitable al ver a sus padres y a su médico reunidos fuera de la habitación.
Tomé una respiración profunda, intentando relajarme, y sólo entonces me percaté de que algo había cambiado.
- Su respirador... -murmuré, consciente de que el doctor me había seguido hasta dentro de la habitación.
- Ha sido una mañana de avances -pronunció él con serenidad.
Ya lo creo...
Sonreí, sintiendo esta vez la emoción abriéndose camino en mi pecho.
Caminé a su lado y con el dorso de mi mano, acaricié por primera vez su rostro libre de artefactos luego de lo que me había parecido una eternidad.
Vanesa despertaría, estaba segura de ello y yo no me movería de su lado hasta que sucediera.
- Pasaré la noche con ella... -murmuré, bajando mis caricias por su brazo hasta llegar a su mano cálida.
Escuché un carraspeó detrás de mí y desvié mi atención hacia las tres personas que me observaban fijamente. El doctor entornó los ojos en mi dirección en clara advertencia, pero antes de poder verbalizar, sacudí la cabeza mirándolo con seriedad.
- Me quedaré. -dije sin dar lugar a réplica. Él resopló, pero acabó levantando los brazos en señal de rendición.
- Vale, arreglas con Marta.
Sonreí ligeramente, sabiendo con seguridad que ella no me pondría ningún impedimento.
El tiempo fue mutando y la transformación de los minutos en horas fue acompañada por los colores del atardecer que se dejaban entrever por la ventana de la habitación. Llevábamos un buen rato ya solas, con mi atención y concentración divididas en el caso de Martina y en la mujer que descansaba en la cama delante de mí.
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Conflictos de oficina
FanfictionVanesa Martín y Mónica Carrillo son dos abogadas de renombre que van tras un mismo objetivo: el ascenso a socias de uno de los estudios jurídicos más importantes de toda España. Sin embargo, para ello tendrán que aprender a convivir dentro de una m...