Narra Vanesa:
Llegué al estudio muerta en vida. Anoche, luego de salir de la oficina con Mónica, llegué a casa pasadas las cinco de la mañana y, aunque decidí saltarme el desayuno, sólo conseguí dormir tres horas.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron en mi piso, fui rumbo a la oficina sin girar hacia la derecha, donde estaba el escritorio de Natalie. Me había llamado durante el día de ayer, pero realmente no me apetecía hablar con ella. Sabía que en algún momento debía enfrentarla y decirle que lo mejor era mantener sólo una relación profesional, pero la última vez que se apareció en casa me dejó con una sensación rara. Había actuado de forma muy extraña, como si fuera una persona diferente, y como no sabía cuál sería su reacción una vez que le comunique mi decisión, estaba evitando el momento.
Al entrar a la oficina, vi a Mónica ya trabajando y con una taza de café junto a ella, pero en cuanto me oyó sus ojos se clavaron en los míos, haciéndome olvidar mi malhumor mágicamente.Por noches como la de anoche, vale la pena tener sólo tres míseras horas de sueño.
-Vaya, creía que mis ojeras no tenían contrincante, pero las tuyas me acaban de ganar por knockout...
Reí suavemente mientras dejaba mi cartera sobre el escritorio. Luego me acerqué a ella hasta quedar a una distancia que me permitió tomar su barbilla con mi mano izquierda.
-No hagas que te recuerde quién es la responsable, porque me veré obligada a tomar cartas en el asunto...
Acerqué suavemente su rostro al mío como si fuera a besarla, pero en cuanto sus ojos se cerraron y su boca se entreabrió, la solté y me alejé. Reía, pero internamente me iba insultando a mi misma, moría por besarla.
-¡Cabrona!
Volví a reír mientras salía de la oficina, necesitaba un café.
Fui hasta la pequeña cocina que teníamos en nuestro piso y puse en marcha la cafetera. Mientras esperaba que esté listo, sentí la puerta cerrarse a mi espalda. Sabía que Mónica no se daría por vencida...-¿Vienes por tu beso de buenos días? - dije aquello aún de espaldas, y una vez que giré mi cuerpo, mi sonrisa desapareció al encontrarme a Natalie y no a Mónica. Me miraba sonriendo-
-Pues, en realidad sí...Antes de poder reaccionar, se acercó y tomó mi rostro entre sus manos, besándome. Me alejé inmediatamente. Ella resopló, mirándome con expresión exasperada.
-¿Qué ocurre, Vane? ¿Ahora no te puedo besar?
-Natalie, estamos en nuestro lugar de trabajo - dije mientras tomaba sus manos antes que las deposite en alguna parte de mi cuerpo, realmente no me apetecía que me toque. Ella rio despacio-
-¿Tengo que recordarte la de veces que hicimos el amor aquí mismo?Hacer el amor. Reí internamente, lo nuestro estaba muy lejos de aquel concepto, pero ella nunca lo había comprendido.
La miré a los ojos, buscando conservar la calma. No quería armar un escándalo aquí, mucho menos que ella lo haga. Me miró molesta antes de volver a hablar.-¿Qué ocurre con la Carrillo?
Quise reír ante la situación. Ni mi padre en mi adolescencia me controlaba tanto.
-Natalie, no te debo ninguna explicación. Con quién me acuesto no es problema tuyo, sea Mónica Carrillo, la colega del décimo o Marta.
-Te equivocas, Vane...Comenzó a caminar, obligándome a retroceder hasta que me choqué con una mesa. Ella puso las manos a cada lado de mi cuerpo, apoyándolas en la madera, acorralándome como solía hacerlo Mónica, solo que ahora no me excitaba. Por el contrario, me generaba mucha incomodidad, incluso rechazo. Miré a Natalie a los ojos, esperando una explicación de, una vez más, su repentino cambio de actitud.
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Conflictos de oficina
Fiksi PenggemarVanesa Martín y Mónica Carrillo son dos abogadas de renombre que van tras un mismo objetivo: el ascenso a socias de uno de los estudios jurídicos más importantes de toda España. Sin embargo, para ello tendrán que aprender a convivir dentro de una m...