Capítulo 32

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Narra Mónica:

Odiaba discutir con Vanesa.

Odiaba estar en este lugar.

Pero sobre todo, odiaba a Natalie.

Todo lo que tenía que ver con ella me devolvía a esa fatídica noche y cada recuerdo golpeaba tan fuerte que me arrojaban de bruces nuevamente a los asientos traseros del coche, con Vanesa inconsciente a mi lado y las manos de Natalie sobre mí. Y claro, con ellos las mismas sensaciones; el aire abandonando mis pulmones, el terror atravesándome y mi corazón congelándose.

Hacía todo para evitar volver allí, pero hoy era irremediable.

Respiré hondo antes de ingresar a la Jefatura, me estaba abrumando y aún quedaba lo peor. Recordarlo en voz alta.

Una joven mujer policía me sonrió cálidamente detrás de un gran mostrador que fácilmente podía ocupar todo el largo de la sala si no fuera por una discreta puerta que estaba a la derecha.
Me esforcé por devolverle el gesto antes de hablar.

-Buenos días, estoy buscando al comisario Rafael García

La muchacha abrió la boca dispuesta a responder, pero antes de que pueda hacerlo, una fuerte y clara voz masculina sonó desde la derecha.

-Aquí estoy, Nuria. -dijo y un sujeto de unos cuarenta y tantos se acercó con una amplia sonrisa-

Era un tipo alto, su cabello blanco contrastaba tanto con el moreno de su piel como con su cuerpo fornido y evidentemente entrenado.
Sus ojos se clavaron en los míos hasta que levantó una mano y estrechó suavemente la mía.

- Rafael García, comisario general de la Policía Judicial -se presentó mientras sus ojos me escudriñaban con lentitud y se detenían en mi escote. Bien, strike uno, oficial-

- Un placer, comisario. -dije sintiéndome asqueada-  Mónica Carrillo.

Una mano se apoyó con firmeza en mi espalda baja, sobresaltándome. Giré brevemente mi cabeza para ver a Vanesa, su ceño estaba fruncido y sus ojos lanzaban chispas a un claro y único objetivo: García.

Volví mi atención a él, notando que su mano aún no soltaba la mía.

- Ella es la doctora Martin -dije mientras quitaba mi mano, los ojos de Rafael iban del cuerpo de Vanesa al mío.

- Sé quienes son, doctora -dijo él y ambos se saludaron con un movimiento de cabeza- Cumplía mi turno cuando llamaron la noche del atentado.

Mis mejillas se enrojecieron. Claro, para cuando él llegó, probablemente yo ya estaba en una ambulancia. Tonta.

- ¿Novedades sobre el caso? -preguntó abruptamente Vanesa. García la miró poniendo sus brazos en jarra y negó con la cabeza-

- No realmente, de ahí la insistencia en hablar con ustedes. Sobre todo contigo, Mónica -dijo y una sonrisa exageradamente avergonzada apareció en su rostro. Me miró inclinando la cabeza a un lado- La he tuteado, disculpe doctora.

Strike dos.

Podría jugar mi cabeza a que era de esos tíos que no olvidan las formalidades si tienen frente a otro de los suyos, pero que misteriosamente las pierden cuando tienen delante a una mujer.
Me limité a responder con un gesto con la mano. Si hablaba, probablemente saldría despedida de mi boca la misma insolencia que brotaba de su mirada.

Vanesa se aclaró la garganta a mi lado.

-Comisario, necesitamos regresar al estudio cuanto antes, y estoy segura que aquí también tienen mucho trabajo que hacer. -dijo en tono seco y la miré, su expresión me confirmaba que no era la única que deseaba golpearlo en las bolas.
- Claro, por supuesto. -dijo apresuradamente Rafael y se hizo a un lado indicándonos la puerta junto al mostrador- Por favor, síganme.

Conflictos de oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora