Capítulo 47

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Narra Mónica: 

- ... Con una exposición prolongada en el tiempo sumado a su uso indiscriminado, sustancias como el glifosato o triazinas como la atrazina, simazina y propazina pueden provocar desde síntomas leves como jaquecas hasta insuficiencia respiratoria, enfermedades hepáticas, linfomas, leucemia, deterioro orgánico y de huesos... Bueno, entre muchas otras...

Miré seriamente a Roberto Moreno cuando acabó de hablar. Él era uno de nuestros peritos profesionales citados a declarar y el segundo que lo hacía desde que el juez había dado inicio a la audiencia probatoria casi dos horas atrás. Era profesor de Química Orgánica en la Universidad de Barcelona y también integraba el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, uno de los organismos dedicados a la investigación científica y tecnológica más destacados de España y también donde se estaba llevando a cabo una reevaluación sobre los efectos adversos de los herbicidas para el medioambiente y la salud humana. 
La experiencia me había enseñado que era el curriculum prodigioso el que sostenía las palabras que eran declaradas, dándoles fundamento, peso y, sobre todo, credibilidad, de modo que no dudamos en llamarlo y pedirle su colaboración cuando su nombre resonó en el ambiente como uno de los mejores. 

Me removí en mi silla, acomodándome en mi lugar. Tanto el juez como Vanesa y Maldonado desde el lado de la defensa me observaban expectantes mientras yo sólo me dedicaba a disfrutarlo. Sería ridículo pensar que tomaba mi trabajo con la ligereza de un juego, pero, pensándolo bien, me gustaba jugar cuando litigaba. 
La sala se volvía mi campo de juego y el estrado el objetivo de mis estrategias mientras la incertidumbre que se respiraba a mi alrededor brindaba más emoción a toda la cuestión. Pocas veces improvisaba, por el contrario, me gustaba mantener el control de la situación como regla general, de esa forma caminaba con seguridad sobre la pista, pero también tenía momentos de excepción donde me dejaba llevar por lo que el mismo juego me ofrecía. Y este era uno de ellos.

- Demasiadas afecciones a la salud para ser sustancias "inofensivas"... -mascullé, sabiendo bien lo que hacía. 

Sonreí satisfecha cuando oí a Maldonado gruñir su objeción desde su lugar. 

El profesional anterior había sido llamado por la defensa y él había sostenido que se trataba de eso, de meras sustancias inofensivas y que por ello, no eran peligrosas para la salud humana. Entonces había sido el turno de Vanesa de intervenir, pero ella había decidido llevar el contraataque desde otro lugar, dejándome a mi la posibilidad de rebatir aquella afirmación errónea posteriormente. 

- Lo retiro, Señoría –indiqué antes de que el juez diera lugar a la objeción. 

Sólo quería provocar, cuando la sangre comenzaba a hervir en las venas y las emociones a ocupar lugar, se solían cometer errores y era eso lo que buscaba. Eché un vistazo rápido a Liliana, su mandíbula parecía apretada mientras sus cejas buscaban con desesperación pasar por encima de su ceño fruncido y unirse. Satisfecha con saber que estaba logrando lo que quería, volví mi atención al profesor para continuar. 

- Señor Moreno, ha dicho que el uso y la exposición constante a estas sustancias acarrea numerosas consecuencias en la salud de quienes se ven expuestos a ellas. Que esas consecuencias sean una leve jaqueca o algo más grave como un linfoma no Hodgkin dependerá del grado de esa exposición, ¿es correcto?

Nada más acabar mi pregunta, noté de reojo que Vanesa se tensaba a mi lado con una leve sonrisa en los labios. Llevó una mano a su boca en un intento de ocultar que había descubierto hacia dónde se dirigía mi pregunta y luego volteó para observarme fijamente. Por mi parte, dejé mi vista clavada en el estrado. Me gustaba tener la atención de mi novia, pero no me apetecía ruborizarme ante la intensidad de sus pupilas precisamente en este momento. 

Conflictos de oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora