Capítulo 13

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Narra Mónica:

Mientras Vanesa me besaba, rodeé su cintura con mis piernas, buscando saciar esta necesidad de ella que irradiaba cada vez más profundo en mí: la necesitaba dentro de mi, sobre mi... Pero cuando mis manos comenzaron a descender suavemente por sus laterales, ella se separó.

- Espera, voy por agua...

Antes de que pueda responder o simplemente reaccionar, salió disparada de la habitación, no sin antes arrojarme las pastillas HALLS negras que aún tenía en su mano. Sonreí mientras las tomaba, la broma sobre si sabía utilizarlas o si era una indirecta sobre mi aliento era claramente eso, una broma. Algo me decía que Vanesa sabía usarlas perfectamente y estaba ansiosa por confirmarlo.

¿Qué otras cosas sabrá usar?...

Vanesa regresó a la habitación con un vaso de agua frío y una sonrisa de par en par, también noté que se había hecho una coleta. La observé sin despegar mis ojos de ella mientras se acercaba a la cama luego de dejar el agua en la mesita. Nadie en su sano juicio se cansaría de admirar su cuerpo desnudo, me sentía ciertamente afortunada por ser yo quién lo estaba haciendo ahora.

Ya, pero ¿qué ocurre después? ¿eres la única o hay más?

Negué la cabeza instintivamente ante aquel pensamiento. No era este, precisamente, el momento indicado para preocuparme por esas preguntas.

Antes de volver a la cama, Vanesa fue hasta el vestidor y regresó con un pañuelo negro en la mano. La miré con el ceño fruncido, no estaba segura si era para mis ojos o para mis manos, pero en ninguno de los dos casos sabía si aceptarlo. Ella se subió a la cama y trepó por mi cuerpo, comiéndome con la mirada mientras sonreía sensualmente. Contuve la respiración cuando se sentó a horcajadas sobre mi y ella elevó el pañuelo, enseñándome sus intenciones.

- Déjame vendarte los ojos

Vaya, al menos tiene la delicadeza de preguntar...

La estudié unos segundos, considerándolo, hasta que asentí lentamente con la cabeza. 

Madre mía... 

Su anhelo por que le diga que sí y el grado de excitación que tenía en ese momento, le ganaban a la incomodidad que me generaba no poder ver. Inspiré hondo cuando colocó el pañuelo sobre mis ojos y lo ató cuidando no apretar demasiado. Bien. Estaba a oscuras, completamente desnuda y excitada, y con Vanesa sentada sobre mi en las mismas condiciones. ¿Qué podría salir mal?

Anda, que gustazo trabajar así...

Debido a los ojos vendados, todo me parecía más intenso; el sonido de su respiración agitada, el roce de su piel, la presión de su pelvis contra la mía... era sensibilidad pura. 

 Vanesa recorría mi cuerpo con sus manos, quemándome la piel a cada paso, hasta que llevó una en mi espalda y, con una fuerza que no sabía que tenía, me levantó y puso una almohada debajo de mi espalda baja, dejando mis caderas elevadas.

- ¡Oye...! - instintivamente quise incorporarme pero Vanesa me empujo suavemente de nuevo sobre la cama, dejando caer todo su peso sobre mi cuerpo-

- Sshh... Confía en mi y déjate... - susurró y comenzó a dejarme besos en los labios y el cuello mientras un fuerte olor a mentol invadía mis fosas nasales-

Ya, es fácil decirlo cuando no tienes los ojos vendados y la vagina apuntando al techo.

Vanesa bajó su boca directamente a mi pezón derecho y comenzó a jugar con él. Lo lamía y en ocasiones le daba una mordida suave, se sentía bien y levemente fresco, pero las sensaciones se amotinaron en mi parte más sensible cuando la sentí soplar... el aire frío contrastaba con su lengua cálida y mi pezón ardiente. Gemí tirando la cabeza hacia atrás, se sentía espectacular. Repitió el proceso en el otro pezón, teniendo el mismo efecto en mí, para luego comenzar a bajar lentamente. Jadeé mientras lo hacía, imaginando ese mismo contraste en mi sexo. Pero no hizo falta usar la imaginación, Vanesa ya jugaba con su aliento en mi entrada. Ansiosa, moví la pelvis buscando su contacto, pero parecía estarse divirtiendo alargando el momento y torturándome con mi propia ansiedad.

Conflictos de oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora