Capítulo IX. First Aid

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Los días suelen pasarse rápido cuando disfrutas de ellos, pasan rápido cuando disfrutas y aprovechas de cada hora y de cada momento, cuando aprovechas cada hora del día haciendo algo productivo.

Esto le pasaba a Jeongin, quien disfrutó tanto la cuarta semana escolar, porque por primera vez tenía un grupo de amigos, por primera vez era alguien importante en su escuela. Jeongin disfrutaba de sus días.

Todo lo contrario a Christopher, quién sólo se la pasaba metido en su habitación haciendo las tareas, escribiendo e intentando avanzar un poco, escuchando miles de canciones a diario, deprimiéndose porque "nada le salía bien", sintiéndose solo por no tener suficientes amigos, saliendo a caminar solito por la noche y siendo un chico antisocial.

Mientras tanto, se encontraba sentado en las gradas del campo de fútbol, estaba con sus audífonos puestos mientras escribía rápidamente en su libreta de borradores, el cielo nublado y el fresco aire le hacían querer quedarse ahí por el resto del horario escolar por lo cómodo que era, estaba tan concentrado que no se percataba de su alrededor, no se percataba que alguien le observaba.

Pudo terminar con el borrador de un pequeño párrafo, había logrado terminar un párrafo y le encantó el resultado. Suspiró liberando el aire retenido y se quitó los audífonos, estiró sus brazos y piernas y se acomodó una vez más en aquel asiento. Iba a continuar pero por alguna razón se sintió incómodo, se sintió observado y miró a su alrededor, no había ni un alma cerca.

Intentó concentrarse nuevamente en su libreta, pero no podía, había algo que lo hacía sentir incómodo y observado.

Recogió sus cosas de la banca a su lado y guardó todo en su mochila, su celular y audífonos también, se apresuró a bajar los escalones de las gradas y justo antes de bajar, se le hizo ver a alguien debajo de las gradas.

Retrocedió dos pasitos y miró por debajo de las gradas.

-¡Ah!-gritó de golpe al ver un rostro asomado por ahí, era un chico que estaba fumando ahí debajo, escuchó su risa y luego lo vió salir de ahí.-¿Qué carajo te...?-sus palabras quedaron al aire al notar que era le mellizo de Sana.

-Hey no te asustes rubiecito, sólo viste a éste guapo fumar.-dijo guiñándole el ojo y luego yéndose dentro del edificio.

¿Qué mierda le pasaba? Suspiró y bajó todos los escalones, aunque tuvo que tocarse las mejillas cuando sintió calor. ¡Oh por dios! ¡Ese chico logró sonrojarlo! Le fue inevitable cuando le guiñó el ojo, era muy guapo pero también era un imbécil.

-Tranquilízate, Chan.-susurró dándose leves golpecitos en las mejillas, iba en dirección contrario al edificio, quería saber que había detrás de la gran barda de las gradas.

Llegó al final y suspiró cuando estuvo "solo". Se sentó en el suelo y miró hacia el cielo, este lugar también era bueno para escribir y para fumar ya que estaba hasta el fondo y nadie vería nada de lo que pasara detrás de esta gran barda. Iba a abrir su mochila pero escuchó un ruido al fondo de la barda.

-¿Ahora quién mierda es?-dijo levantándose, estaba molesto porque apenas y encontró el lugar y ya había alguien. Se detuvo al ver una silla de ruedas ahí, no había nadie más, sólo la silla de ruedas.-¿Qué mierda?-se acercó hasta ella y sobre esta había una libreta abierta, en la hoja habían muchos dibujitos de estrellitas y nubes pequeñas.

Escuchó otro ruido y se dió la vuelta. No supo que hacer al ver a ese chico arrastrarse hacia donde estaba la silla de ruedas.

Reaccionó y empujó la silla de ruedas hasta estar cerca del chico y se agachó frente a el.

𝐅𝐚𝐢𝐧𝐭 𝐕𝐨𝐢𝐜𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora