4. Aléjate

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La música de la fiesta se escuchaba lejana mientras yo me perdí entre los árboles de ese jardín. Cuando quise regresar, me golpeé con algo duro.

Su pecho.

Di un paso atrás y levanto mi rostro, sus ojos negro me miran y brillan.

Lo veo como se inclina hacia mí y con su mano toca el lóbulo de mi oreja. Lo acaricia.

— Deberías alejarte de mí — su voz era igual de profunda como su mirada.

Mi corazón se enloquece y siento una gota de sudor recorrer mi espina dorsal, me erizo cuando su aliento golpeó mi cuello cuando baja y me dice al oído.

— Aléjate — dice y me deja ahí, con las piernas temblando.

No se que me hizo pero mi corazón no logro controlarlo. Su olor aun lo siento cuando por fin me siento más calmada. Vuelvo a la fiesta y no sé lo que pasa.

Todos gritan y algunos están dentro de la piscina que su agua está teñida de rojo. Es una locura y trato de buscar a las chicas pero solo siento como me empujan, casi caigo yo también en el agua que parece sangre.

La música está muy alta y de repente siento que alguien me sostiene con su brazo por la cintura y me levanta del suelo.

Grito y pataleo. Y al voltear era él. Quedé paralizada porque no entendía porque me sostenía y me sacaba del lugar. Estando afuera me deja en el suelo y veo como se sube a una moto.

— ¡Súbete! — me dice y me sorprende la manera en que me habla.

¿Quién se cree? ¿Está loco?

Hace poco me dijo que me alejara y ¿ahora quiere que me vaya con él?

— ¡No! — le respondo y veo como me mira levantando una ceja.

No dice nada solo enciende la moto y se pone el casco, luego me toma por la cintura y como si fuera una muñeca me sube a la moto delante de el, sentada de lado y me toca agarrarme de su cuello porque arrancó sin aviso, grite cuando lo hizo.

Me agarraba con fuerza y estaba muy tensa, sentía su pecho subir y bajar, el olor de su perfume, y lo fuerte de sus muslos.

Cuando detiene la moto, mi cuerpo sigue temblando producto de la vibración del motor. Apaga la moto y me ayuda a bajar.

Se quita el casco y me mira. Estamos frente al edificio donde vivo. Lo miro.

— ¿Cómo sabes que vivo aquí? — le pregunto. Pero su rostro es tan neutro.

— Entra, me quedaré hasta que estés bien — dice con esa voz profunda que tienen y que eriza mi piel.

— No puedo entrar, no tengo llave — digo como si eso le importara a él.

— ¿Cómo que no tienes llave?

Pregunta y me da vergüenza decir que la deje como casi todos los días, y no me preocupa porque Gretha se supone que estaría conmigo.

No le respondo.

— Esto no puede ser — se queja y se baja de la moto. Me tomó de la mano y caminó conmigo hasta dentro del edificio. Va hacia el administrador y toca la puerta con fuerza.

La puerta se abre y sale Michelle el coordinador del edificio, es un muchacho joven que se ocupa de la limpieza y mantenimiento de todo en orden, escuche que estudia filosofía.

— Quien mier...— dice t cuando ve al hombre a mi lado se sorprendió. — ¡Oh, Xder! ¿Pasó algo? Es muy tarde.

— Necesitamos la llave de la habitación... — me mira, y Michelle también.

— 327 — digo.

— Ok ok — dice el muchacho y se pierde dentro de su habitación, ya viene con la llave. — Recuerda...

Lo dejamos hablando solo y subimos las escalera, en silencio.

Él camina lento sabiendo muy bien que un paso de él son dos míos, cuando llegamos a mi piso se detiene en la puerta y abre.

— Estás bien y segura — dice y hace que pase.

Yo lo hago y él me mira desde el umbral.

— Gracias — le digo sin saber porqué le doy la gracias si al final lo que está es loco.

Él sonríe y yo también lo hago.

Y en ese momento su sonrisa se grabó en mi memoria.

Y en ese momento su sonrisa se grabó en mi memoria

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