66. El acoso del lobo

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Owen


Porque estoy mirando de lejos a la bruja? — me reprendo luego de seguirla por tercera vez en la semana hasta el edificio de su residencia

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Porque estoy mirando de lejos a la bruja? — me reprendo luego de seguirla por tercera vez en la semana hasta el edificio de su residencia

Enciendo el vehículo y voy a buscar a Jharla, mi trabajo solo es ese, buscar a la mujer que en ocasiones no quiero ni ver.

Suspiro y miro por el retrovisor el edificio donde estará segura la bruja.

Segura? — pienso, es de las cosas que pienso cuando ella entra a su edificio hasta el otro día que la veo salir.

Me volveré loco, lo se, no entiendo mi afán de conseguir problemas, primero Jharla y ahora ella, la bruja.

En ocasiones creo que ese será mi destino luego de escapar de la muerte, morir igual a manos de un lobo, porque si Xder, mi Alfa supiera lo que Jharla y yo hacemos, creo que sería desterrado de mi nueva manada.

Que idiota eres Owen! la has cagado — pienso.

Escape de mi antiguo manada luego que mi padre me vendiera al Alfa Greg para usarme como lobo de peleas. Los lobos de peleas son entrenados para matar a sus oponentes, en los enfrentamientos hay mucho dinero en apuestas, a veces son territorio o mujeres, lo que apuestan, de los encuentros ales gravemente herido o muerto.

No quería eso, quería una vid tranquila y al escuchar sobre la manada de la Luna Nueva me arriesgue, corrí para alejarme de ese lugar hasta que llegue a la casa de Xder Fleming, ese lugar era mejor de lo que había escuchado, chicas lindas, comida, atenciones y principalmente, cuidan de ti.

Recuerdo que llegue esa noche muy mal herido, al llegar no me tiraron a una celda como hacía mi padre, no, dormí en una habitación cómodamente, siempre había alguien que me llevaba comida y cuidaba de mis heridas, que por mi desnutrición por la falta de alimento durante mi huida, no le podía poder curarme por mi mismo.

Me gusto mucho estar con ellos, me recuperé y me aceptaron.

Pero Xder no es como cualquier Alfa, él te hacía escoger entre las tareas que deba cumplir.

— Serás de la manada y aquí todos nos ganamos el pan — me había dicho él — tenemos dos empresas, una gran parte de la universidad nos pertenece, estudiamos, trabajamos, cuidamos de nuestra casa, aquí todos hacen algo, nos cuidamos, somos una familia, y debes entenderlo — sus palabras fueron serias y muy duras, y cuando le dije que no sabía hacer nada solo pelear me miro.

— Todos entrenamos, hasta las chicas. Debemos ser fuertes, eso es lo que somos — me pidió que lo siguiera y vi que parte de los terrenos de la casa era un gran bosque de pinos altos, el olor era impresionante y embriagador.

Caminamos y luego me hizo correr tras de él, era rápido, pero yo también lo era, no tanto ahora porque aún estaba convaleciente.

Nos detuvimos en una ladera y apoyó su mano en el tronco de un árbol, y mis manos en mis rodillas, recobrando el aliento.

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