Lovely -Kookmin-

Forty three

Joy tuvo que regresar a casa una hora después de que atendieron a Jungkook y volvieran a cerrar la herida de bala en su costado, el castaño no podrá recibir visitas hasta mañana así que tendría que esperar hasta entonces para hablar con él.

-¿Dónde has estado?

Ante la voz de Sungjae la pelirroja saltó asustada, sus labios se fruncieron en una mueca al verlo justo al lado de la puerta, como si realmente le estuviera esperando.

-En el trabajo.-respondió tosca, entró por completo a la casa, preguntándose donde podría estar Jimin ya que todo el lugar parecía demasiado en silencio.

-No me mientas ¿Crees que no detecté tu aroma en el hospital? ¿Por qué me seguiste?-le reclamó caminando tras ella hasta llegar a la lúgubre sala de estar.

-¡Quería detenerte, estás cometiendo un error al entrometerte!-gritó y esta vez no pudo retener las lagrimas que luchaban en salir desde que vio el estado en el que se encontraba Jungkook.

-¡El error lo tuvo él en no cuidarlo como era debido!-gritó ahora el pelinegro.

-¡Jimin estaba bien! Fue Jungkook quien recibió el daño, Jimin nunca te perdonará, lo has traído con engaños.

Luego de tanto, Joy había podido averiguar sobre la famosa promesa que habían hecho, si Jimin volvía a estar en peligro, él tendría que mudarse con ellos hasta que fuera seguro volver estar con Jungkook

Pero la verdad era que Sungjae no planeaba dejar ir a Jimin nunca más, Joy había logrado encontrar algunos papeles e impresiones sobre viviendas Jindo, a Kilómetros y Kilómetros de Seoul.

-Es lo mejor para Jimin.-declaró encogiéndose de hombros.-Yo solo busco su felicidad y protección.

Joy negó con una sonrisa triste, no valía la pena discutir con él, ella no permitiría que Sungjae se saliera con la suya, tanto tiempo que le había dedicado, tratando de hacer que olvidara al pelinegro que posiblemente había encontrado un hogar pero siempre fue en vano, a veces se preguntaba si lo que tenía era una obsesión hacia Jimin y era eso lo que lo mantenía en la búsqueda eterna hasta tener a Jimin en sus brazos.

-Como sea ¿Y Jimin?-preguntó en un suspiro Joy.

Sungjae le miró con desconfianza hasta señalar hacia las gradas a un costado y que llevaban a la segunda planta.

-Dormido, no le molestes.-ordenó.

Joy rodó los ojos y caminó hasta las gradas.

-No le molestes tu.

La casa contaba con tres habitaciones, una abajo que era la de ella y dos arriba, una a la izquierda que era la de Sungjae y la otra a la derecha que era la de invitados, Joy se dirigió a esa ultima, rogando a todos los cielos que Jimin estuviera en esa y que Sungjae no hubiera tenido el descaro de llevarlo a su habitación.

Abrió la puerta y un suspiro de alivio salió de sus labios al ver el cuerpo del pelinegro de espaldas en la cama hasta el fondo de la habitación.

Caminó hasta él, cerciorándose de que estuviera bien y su corazón dolió al ver marcas de lagrimas en las mejillas del híbrido. Le arropó con la sabana mientras se mordía el labio inferior, esto estaba mal, muy mal y debía hacer algo para solucionarlo, Sungjae no le dejaría salir con Jimin a ningún lado.

-Lo siento.-murmuró acariciando las hebras oscuras de Jimin.-Voy a solucionarlo, lo prometo.

-No prometas en vano.-Joy observó hacia la puerta encontrándose a Sungjae en una postura amenazadora.-No te conviene.

-No te quiero ver en prisión.-dijo la chica en voz baja.-Esto podría considerarse como secuestro y yo no voy a ayudarte.

-Jimin aceptó venir conmigo, no le obligué.-informó.-Ahora sal de la habitación y déjalo descansar, no te quiero por aquí.