Contener a Mikey fue una tarea que conllevó el esfuerzo y trabajo de todos. Seishu ya no pudo mantenerlo bajo tierra, y era realmente importante que el alfa no entrara al refugio. Los gemelos causaron quemaduras en la piel del rubio intentando noquearlo con descargas eléctricas, sin embargo el alfa se resistía. Keisuke lo golpeó seguidamente en la cabeza, pero sólo consiguió enfurecerlo aún más de lo que ya estaba.
Chifuyu salió del refugio al escuchar un gran bullicio fuera. Baji tuvo una rápida reacción a pesar de haber sido golpeado duramente con una patada, y alcanzó a interponerse entre el omega rubio y Manjiro. No tenía que ser demasiado inteligente para saber que si Mikey sentía las feromonas de Takemichi impregnadas en Chifuyu, se lanzaría sobre él. No tenía más opción. Empujó a Manjiro dentro del refugio para evitar que le hiciese algo al omega entre sus brazos.
—¡¿Qué haz hecho?!— preguntó Chifuyu viendo cómo un muro de hielo sólido de formaba en la puerta.
El ojiazul intentó quebrar el hielo, pero era demasiado duro. Keisuke le mostró que su poder tampoco podía derretirlo, ya que era algo en lo que su amigo había estado trabajando durante su viaje juntos. Chifuyu le recriminó que lo que sucedería dentro sería sólo culpa suya.
—¡¿Querías ser tú a quien Mikey marcara?!— Chifuyu quedó en silencio cuando Keisuke perdió la paciencia con él—. Apestas a las feromonas de ese tipo ¿No te das cuenta que casi te toma a ti?
—¡¿Y por qué las feromonas de Takemichi no te afectan?!— preguntó enfadado, pretendiendo que lo anterior no le había pillado desprevenido.
—¡Porque no son las tuyas!— respondió de la misma manera en que Chifuyu lo increpaba.
Ambos estaban muy enojados, pero a medida que sus mentes procesaban lo dicho en plena discusión los ánimos comenzaron a calmarse. Keisuke se dió la media vuelta, y entre gruñidos comenzó a lanzar llamaradas contra el hielo para derretirlo e intentar evitar un "accidente" más. Chifuyu se marchó en dirección al río para darse un baño rápido y así quitarse de encima las feromonas de Takemichi.
Los demás pretendieron hacer cosas importantes para que no se dieran cuenta que habían estado observando la pelea entre los dos. Nahoya le entregó a su gemelo un par de monedas diciéndole que había ganado la apuesta.
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Manjiro avanzó por el oscuro lugar, sólo siendo guiado por la intensidad de las feromonas de Takemichi.
—Mikey— escuchó su voz necesitada en el fondo del refugio.
El alfa se apresuró en llegar a él. El pelinegro estaba recostado en una especie de cama, cubierto por una manta de pies a cabeza. La posición en la que se encontraba podría compararse como la de un animal sufriendo de un intenso dolor.
Manjiro logró dar con una pequeña lámpara de aceite, que encendió con premura. En cuanto el sitio estuvo iluminado, se encontró con unos cristalinos ojos azules, que suplicaban por aliviar su malestar.
—Siempre que estas en problemas me llamas— dijo acariciando su cabello, tragando el exceso de saliva en su boca.
—Ha durado...más de lo normal— murmuró deslizando su mano por el muslo del alfa, llegando a tocar descaradamente su entrepierna por encima de la tela de su pantalón—. Lo necesito.
Mikey seguía acariciando su cabeza, dejando que Takemichi decidiera lo que quería hacer, aunque por dentro tuviera una pelea interna entre lo que estaba bien y su instinto de hacerlo suyo y marcarlo.
El omega se movió lentamente después de liberar el miembro de Manjiro para quedar en una posición más cómoda. Introdujo dentro de su boca la erección del rubio sin siquiera esperar alguna aprobación para hacerlo. El mayor gruñó debido a la placentera sensación que le producía el calor y humedad de la boca de Takemichi, además de estar acompañado de movimientos de lengua que lo estaban volviendo loco. Inevitablemente inicio un pequeño vaivén con sus caderas para ir más profundo, siseando al tocar el fondo de la garganta del chico.
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Resiliencia [Omegaverse] [Tokyo Revengers]
FanfictionTribus que controlan diferentes elementos de la naturaleza habitan montañas, bosques y bordes de ríos, manteniéndose alejados de los asuntos de las otras comunidades. A la tierna edad de dos años, los niños demuestran tener o no el don del elemento...