Revelación

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Sintió que unas pequeñas manos lo jalaban del brazo con desesperación fuera de la cama. Abrió sus ojos con dificultad tratando de entender lo que estaba pasando.

—¡Apresúrate!— gritó una de las niñas guiándolo hasta el baño.

En ese lugar estaba Mitsuya sentado en el suelo luciendo más pálido de lo habitual y con el rostro empapado en sudor.

—¿Qué sucedió?— preguntó Hakkai preocupado ayudándole a ponerse de pie con mucho cuidado.

—Sólo perdí el equilibrio— dijo con una pequeña sonrisa—. Lamento haberlas asustado.

Mana y Luna hicieron un gran puchero diciéndole a Hakkai que su hermano estaba mintiendo y que realmente se encontraba muy enfermo. El alfa desordenó el cabello de la pequeña más alta y le dijo que no debía preocuparse ya que él solucionaría el problema con Mitsuya.

Takashi se dejó llevar a la habitación, pues en el fondo le gustaba la preocupación que el menor podía llegar a demostrar por él.

—No era necesario que hicieras esto por mí— dijo rascando su nuca.

—Claro que lo era— corrigió con insistencia tocando su frente por si acaso— Anoche te quedaste hasta muy tarde trabajando en los regalos de las niñas. Debes tomar un descanso, llevas mucho tiempo en eso; tu cuerpo debe estar agotado.

El pelilila rió en voz baja diciendo que tal vez tenía algo de razón en ello. Se recostó en la cama boca abajo y casi de inmediato se quedó dormido. Hakkai lo cubrió con una manta antes de dejar un beso en su mejilla.

La atención se dirigió a la puerta de la habitación cuando escuchó unas risitas traviesas provenientes de afuera. Sigilosamente se aproximó a la puerta y sorprendió a las niñas cubriendo sus bocas apoyadas en la pared.

—Saben que a Taka-chan no le gusta que husmeen— dijo sobresaltándolas.

Las niñas comenzaron a reír fuerte, corriendo a ocultarse en su habitación para escapar de Hakkai quien más persiguió y las atrapó cayendo los tres sobre la cama más grande. Aprovecharon una pequeña distracción del mayor para iniciar con un ataque de cosquillas sin piedad contra él. Ellas le dijeron que pararían si les daba de regalo un "sobrino".

—¿Quieren que robe un bebé?— bromeó cuando logró escapar de la tortura.

—¡No! —exclamó Luna con voz chillona—. Mi hermano y tú deben tener un bebé. Sólo deben darse más besitos.

Hakkai quería explicarles que esa no era la forma en que los bebés se hacían, pero a su parecer, las niñas eran aún pequeñas para saberlo. Les prometió que lo intentaría.

Se levantó de la cama cuando escuchó golpes en la puerta principal, considerando que sólo había una persona que los visitaría en la comodidad de su casa.

Al abrir la puerta se encontró a Manjiro. El líder tenía la misma expresión de siempre, pero el movimiento inquieto de su pie indicaba que algo no estaba marchando bien.

—Debemos encontrar a Takemichi— dijo con una pequeña sonrisa.

—¿Debemos? Tú lo exiliaste de la tribu— respondió algo nervioso—. Pero si quieres encontrarlo, te ofrezco mi ayuda. Necesito pedirle perdón por haberle dado la espalda. Estoy en una gran deuda con él.

Manjiro frunció el ceño. Si no hubiera sido porque notó la presencia de Mana y Luna mirando con poca discreción, lo habría golpeado por demostrar tal falta de respeto hacia él. Sin embargo, Hakkai se dió cuenta de la energía hostil que Mikey estaba emanando, por lo que terminó pidiéndole disculpa en voz baja.

—Peinaremos el área nuevamente. Debimos haber pasado algo por alto— dijo dándose la media vuelta con voz seria—. Saldremos mañana por la mañana.

Hakkai dejó escapar un gran suspiro. Se lamentó internamente. Era justo en el momento en que había tenido grandes avances con Mitsuya.

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Chifuyu entró corriendo a la enfermería en cuanto Takemichi le contó sobre el regreso de Kazutora. Le entregó el bebé a Souya quien montaba guardia en caso de que el alfa empeorara.

—¡¿Por qué tardaste tanto en aparecer?!— exclamó dándole un golpe en el brazo.

—También te extrañé, gato huraño— dijo acariciando la cabeza del omega que lo abrazaba fuerte—. Natsuki ha crecido mucho, cada vez se parece más a ti.

El rubio se limpió la nariz con la camiseta nueva de Kazutora antes de levantarse y tomar a su bebé para acercarlo a su padre. El lactante agarró la nariz del alfa y comenzó a reír cuando hizo un ruido gracioso.

—Sus cejas...son un poco gruesas ¿No?— comentó inclinando su cabeza a un lado—. Me recuerda a las de Baji.

Chifuyu hizo un pequeño puchero diciendo que el niño también tenía el carácter de él.

—Creo que el abuelo de Baji tenía un lunar en el mismo sitio— dijo entre risitas—. Cuando me recupere tendremos que hacer el nuestro. Baji me lleva la delantera, así que deberán ser dos.

El omega comenzó a reír a pesar de las grandes ganas que tenía de llorar.

Souya aclaró su garganta para hacerles recuerdo de que aún se encontraba en el lugar, a lo que Chifuyu le pidió que les dejara a solas con el alfa. El peliazul le pidió no hacer nada que involucrara esfuerzo para Kazutora pues tenía una seria herida que no se curaba del todo en el pecho.

El alfa le contó sobre cómo la madre de Takemichi le había encontrado moribundo después de caer de un acantilado. El hombre le había curado con escasos recursos y cuidó de él hasta que se encontró lo suficientemente bien como para intentar regresar a casa.

Chifuyu lo actualizó sobre la expulsión de la tribu de Takemichi y de cómo le había seguido sin pensarlo, pues en el fondo sabía que aún seguía con vida pues la marca en su nuca no había desaparecido.

—Me mantenía con vida la esperanza de reencontrarme contigo y con nuestro cachorrito— dijo desordenando el cabello del bebé que gruñó enfadado atrapando su mano y llevándola a su boca—. Es un glotón.

—Ni que lo digas— respondió levantando su camiseta para mostrarle sus enrojecidos pezones—. No sabes lo doloroso que es esto.

—No me tientes— comentó sonrojado.

Resiliencia [Omegaverse] [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora