Llegadas

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—¡¿Dónde está Wakasa?!— preguntó Kokonoi entrando a la casa dónde residía Shinichiro.

El alfa estaba arreglando unas herramientas en la sala cuando irrumpieron en su casa. Saltó de su lugar para ir corriendo a la habitación para despertar a Wakasa, quien gruñó molesto y de paso lo insultó por interrumpir su sueño reparador de resaca. Ni siquiera le dieron tiempo de averiguar qué sucedía cuando a la habitación entró Kokonoi junto con Seishu y Takemichi, que lo ayudaban a caminar. Wakasa salió de la cama y trató de procesar lo que estaba ocurriendo.

—¡Ayúdale, por favor!— rogó Kokonoi agarrándolo de la camiseta.

Seishu le dijo que no era necesario tanto escándalo, puesto que el dolor no era tan terrible. Pero su apariencia demostraba que mentía. El chico estaba sufriendo de fuertes contracciones debido a que la bebé ya estaba por nacer.

—Shinichiro cambió las sábanas esta mañana— se lamentó rascando su nuca—. Bueno, tendrá que trabajar doble.

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El proceso del parto se extendió por varias horas debido a que el cuerpo de Seishu no lograba adaptarse para dejar salir a la bebé. Finalmente Wakasa optó por la alternativa más viable para ese punto. Le pidió a Shinichiro que corriera a Ran o Rindou para que le elaborara una especie de cuchillo, pero más pequeño para poder hacer el corte necesario en la piel del omega.

Desde fuera de la habitación se escuchó el grito de dolor que dió Inui. Takemichi que aguardaba paciente sintió que la presión se le bajaba, llevando la mano a su abdomen.

—Tranquilo— dijo Shinichiro saliendo de la habitación después de que Wakasa lo expulsara de forma poco amable de ahí—. No todos los partos son así. El de Izana fue más rápido y menos traumático.

—¿Izana? ¿Cuál Izana?— preguntó levantándose de su asiento con rapidez.

Shinichiro le explicó que la noche anterior ya habían tenido que ayudar con otro parto, luego de que Kakucho apareciera con Izana en muy mal estado en casa. Ambos sospechaban que el omega esperaba un bebé, pero al parecer su embarazo estaba más avanzado de lo que pensaban. Cuando Izana comenzó con las contracciones creyeron que se trataba de una posible perdida.

—Kakucho casi se desmaya cuando vio al bebé— dijo Emma apareciendo en la sala—. Fue algo muy gracioso presenciar porque estaba de pie, tambaleándose hacia delante y atrás murmurando cosas sin sentido.

Takemichi tuvo la imagen mental del momento y le pareció muy graciosa. Una vez que la pequeña de Seishu y Hajime naciera, los iría a visitar para asegurarse de que estuvieran bien y contaban con todo lo necesario para su bebé.

El pelinegro tuvo que sentarse luego de que el dolor que llevaba sufriendo desde hacía un mes lo aquejara. Emma le preguntó qué ocurría, pero Takemichi le restó importancia diciendo que era el resultado de su mala postura al dormir.

Wakasa salió finalmente de la habitación. Su apariencia era digna de ser retratada como un villano luego de una gran masacre. El hombre tenía las manos y gran parte de su ropa ensangrentada. Se veía muy cansado y el color de su piel era muy pálido. Shinichiro corrió a atraparlo antes de que se dejara caer dramáticamente al suelo.

—Son cosas como éstas por lo cual me planteo no beber demasiado. La resaca y los partos no se llevan muy bien— dijo asqueado—. Aunque anoche debía celebrar la llegada del otro bebé... Está noche no puede ser diferente.

Shinichiro rodó los ojos preguntándole por el estado de Seishu y la cachorrita, a lo que Wakasa dijo que ambos estaban en muy buen estado, que incluso le sorprendió el aguante del rubio pues sólo gritó en una oportunidad y el resto del parto se mantuvo mayoritariamente en silencio, dejando escapar pequeños quejidos de vez en cuando.

Kokonoi salió de la habitación por unos instantes cargando entre sus brazos un pequeño bulto de sábanas. Takemichi y Emma se acercaron rápidamente para poder apreciar a la bebé.

—Seishu no quiere que lo vean en ese estado, así que me pidió que les muestre a nuestra pequeña— dijo Hajime descubriendo a la bebé y dejándola a la vista de los curiosos "hermanos".

Takemichi sintió como sus ojos se volvían cristalinos. La bebé era una pequeña pelinegra de piel rojiza. El omega se preguntó si su cachorro se vería así de adorable al nacer, y también tuvo la duda sobre cómo sería su aspecto ¿A quién de los dos se parecería más?

La bebé se removió un poco antes de largarse a llorar. Su llanto era fuerte, como si estuviese diciéndole al mundo que ella ya estaba ahí y que la escucharan claramente.

—Es una hermosura— dijo Emma acariciando la mejilla de la bebé que seguía llorando con fuerza—. Mañana estará más bonita, cuando se deshinche y tome su color natural.

Kokonoi asintió con una pequeña sonrisa. Takemichi se preguntó si Manjiro se vería así de orgulloso al cargar a su hijo por primera vez.

—Inupi se lució con esta creación— dijo Hajime meciendo suavemente a la pequeña en sus brazos—. Nunca dejará de sorprenderme.

Emma le recomendó entrar a la habitación para que la bebé fuese alimentada, y también conociendo los instintos de los omegas, lo más probable era que Seishu estuviera volviéndose loco al escuchar el llanto de su bebé y no poder ayudarla debido a su estado de convalecencia.

Takemichi suspiró de felicidad. La primera generación de niños nacidos en la nueva tribu estaba llegando poco a poco.

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Izana fue quien abrió la puerta a Takemichi. El chico se veía bastante bien, considerando que en la noche anterior había dado a luz.

—Supongo que ya te enteraste de la bola de algodón— dijo mientras le daba el espacio para que entrara a su casa.

El pelinegro le agradeció avanzando al interior del hogar de la joven pareja. Encontró a Kakucho durmiendo en el sofá con unas notorias ojeras, y un bulto sobre su pecho cubierto con unas mantitas.

Izana tomó al bultito con sumo cuidado y lo cargó en sus brazos para poder mostrárselo a Takemichi. El ojiazul le dió sentido al apodo con el cual el mayor se refirió a su hijo. El bebé tenía una cabellera blanca, herencia de su madre y la piel pálida de su padre.

—Este pequeño glotón estaba muy bien oculto— dijo Izana despreocupado, entregándole a su hijo a Takemichi para que lo cargara un momento—. Se suponía que Wakasa me vería hoy para averiguar si efectivamente esperaba un bebé y cuánto tiempo tenía. Curioso ¿No?

Takemichi le preguntó si contaban con lo necesario para el bebé, a lo que Izana le dijo que siempre estaban preparados para una situación parecida. Ahí fue cuando el pelinegro se enteró de parte de la historia de Kakucho e Izana, y de su grupo. La pareja había iniciado su viaje después de que quedaran huérfanos tras un ataque a su tribu. Ellos vivieron mil infiernos tratando de sobrevivir en un mundo que no estaba apto para personas sin una tribu o familia. Fue durante parte de su adolescencia que el grupo se formó, y después de rescatar a unos cuantos niños del río y reubicarlos en otras tribus, fue que se dedicaron en su mayoría al trabajo de encontrarle familias a bebés abandonados o niños arrojados al río. Y esa era la razón por la que siempre estaban preparados con cosas necesarias para un bebé. Nunca sabían cuándo pudiesen encontrar uno en su camino.

—Tal vez fue mi instinto quien me gritaba establecerme por fin en un sitio— dijo Izana después de recibir a su bebé de regreso—. Nunca me gustó quedarme mucho tiempo en un lugar, pero algo me decía que debía quedarme aquí. Por eso llegamos a un trato con ustedes... Lo de Kokonoi fue sólo una excusa.

Takemichi sonrió. Estaba feliz de saber que Izana considerara la tribu como un sitio seguro. El bebé fue puesto sobre el pecho de Kakucho dónde se le vio relajarse tanto que dió la impresión de derretirse.

Resiliencia [Omegaverse] [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora