Paternidad

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El grupo de grandulones se veía realmente gracioso cada vez que el bebé llegaba a sus brazos.

—Es increíble como una cosita tan pequeña y adorable haya salido de la unión de dos malditos monstruos sanguinarios— decía Shion acariciando con su dedo la mejilla del bebé en los brazos de Muto.

—Modula tu vocabulario— Kakucho le amenazó con una cuchara de madera con la que revolvía la comida.

El bebé dió un gran bostezo lo que provocó un suspiro de conmoción en los presentes. El pequeño Shima abrió sus ojos por primera vez delante de sus "tíos", lo que provocó la celebración de unos cuantos y el reproche del resto. Izana, que comía unos pastelitos mientras veía un mapa levantó una ceja ante el escándalo que tenían los sujetos en su sala.

—Apostamos a que tendría los ojos de Kakucho— explicó Ran recibiendo las monedas de los perdedores.

Izana negó con su cabeza. Esos idiotas no tenían remedio. Su atención se centró nuevamente en el mapa. Hizo marcas en algunos sitios en específico. Kakucho por su lado indicándole con su dedo otras marcas por hacer antes de seguir preparando la comida.

El omega aún se preguntaba cómo era que habían pasado por alto el lugar donde habían mantenido cautivos a Souya, Chifuyu y Mitsuya. Conocían el territorio, y se suponía que ya habían hecho una limpieza para eliminar todos esos sitios clandestinos de compra y venta de omegas.

Kakucho pasó nuevamente por detrás suyo para indicarle otro sitio con el dedo que no había marcado, y aprovechando la distracción de los demás, dejó un beso en la mejilla del peliblanco, susurrándole al oído lo bien que se veía ese día. Izana quebró el lápiz en sus manos por los nervios. Kakucho sabía que esas cosas lo alteraban, así que era obvio que lo había hecho a propósito.

—Ahora que los veo así— dijo Ran pensativo con el bebé en sus brazos—. Creo que ya recuerdo el día que hicieron a Shima ¿No fue cuando se perdieron en el bosque? Ya saben, cuando los encontramos a las horas después con el cabello revuelto y muy sudados.

Ran rió cuando una estaca de hielo muy puntiaguda quedó cerca de su cara. Izana le dijo que si volvía a mencionar el tema delante de su hijo no dudaría en empalarlo con una de esas mismas estacas. El alfa tomó con su dedo una gota de agua de la punta del hielo y la puso sobre la frente del bebé, quien arrugó su carita de molestia. Ran dijo que no veía nada malo en hablar de eso, bromeó incluso diciendo que le diría a su hijo cuando estuviera en edad que lo habían concebido después de una noche de sexo salvaje que involucró cadenas y otras cosas.

—Estás enfermo— dijo Izana con cara de asco mientras tomaba a su pequeño cuando empezó a quejarse.

Izana puso su dedo cerca de la boca del pequeño después de que sus quejidos se transformaran en llanto. Levantó su camiseta con la intención de alimentarlo, pero cuando se percató de la atenta mirada del grupo sobre él, bajó su camiseta y se dirigió al cuarto para tener más privacidad.

Kakucho golpeó la cabeza de todos por estar de curiosos con su compañero, y les prometió darles un golpe más fuerte si volvía a descubrirlos mirando de más a Izana. Aclararon que sólo había sido curiosidad, ya que se les hacía raro todavía lo del bebé.

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Chifuyu exhaló con fuerza, y luego tomó tanto aire como pudo para atreverse a salir de casa sin la compañía de Baji. Le había pedido al alfa que le esperara en casa de Seishu y Hajime para así tener dos motivos para llegar allí.

Agradeció que en el exterior no hubiese nadie que lo estuviera mirando, así que antes de que eso sucediera, apresuró el paso y finalmente llegó a su destino. Golpeó insistentemente la puerta y fue Baji quien abrió para dejarle pasar.

—Muchas gracias por permitirnos ver a la bebé— dijo nervioso a los dueños de casa después de darles una gran reverencia.

—¿A qué viene tanta formalidad?— preguntó Seishu muy divertido acostado en el sofá.

—Ahora son padres, por lo que merecen mi respeto— dijo aún inclinado.

Baji desordenó su cabello diciéndole que ya podía levantarse pues estaba incomodando a su amigo y a su compañero. Chifuyu asintió y nerviosamente se agarró de su camiseta.

Hajime tenía a la pequeña dormida sobre su hombro, dándole unas suaves palmaditas en la espalda. Chifuyu no pudo evitar reír al escucharla soltar un eructito. El alfa le dijo que no hacía mucho se había alimentado por lo que estaría dormida un buen rato, a lo que Chifuyu dijo que con verla se conformaba.

—Sé que te estás muriendo de ganas por cargarla— dijo Seishu antes de hacer una mueca de dolor. Incluso hablar le provocaba molestias por la herida en su abdomen.

Chifuyu preguntó si estaba seguro de que hiciera eso, a lo que Inui ya cabreado le dijo que sí. El rubio soltó la camiseta de Baji y se acercó a Hajime para poder cargar a la bebé. Fueron en vano sus intentos de contener un puchero.

—Es...muy pequeña y liviana— dijo con voz quebrada.

Baji limpiaba las lágrimas de su compañero para evitar que cayeran sobre la bebé. Chifuyu seguía repitiendo lo hermosa que era la recién nacida y lo mucho que su rostro se parecía al de Seishu.

—Baji— dijo de pronto abrazando a la bebé un poco más firme—. En un futuro, volvamos a intentarlo.

El pelinegro asintió desordenando su cabello. Luego fue su turno de cargar a la pequeña Aimi, por insistencia de Chifuyu, quien decía que quería hacerse una idea de cómo se vería con un bebé en brazos. Baji estaba estático y sudando frío.

—Definitivamente la paternidad no te queda— dijo Seishu recibiendo un vaso de agua junto con su medicina para el dolor de parte de Hajime.

—Tan ácido como siempre— dijo su compañero dejando un beso en su frente—. Lo mismo dijiste de mí tiempo atrás.

—Y lo sigo pensando— respondió con honestidad.

Resiliencia [Omegaverse] [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora