Salvado

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Keisuke recorrió hasta la última casa en busca de Chifuyu, sin obtener resultados positivos. El chico se había esfumado después de que hubiesen discutido horas antes.

—¿Dónde diablos te metiste?— musitó rascando su nuca regresando a su hogar. Quizás no había buscado bien y el omega seguía oculto ahí.

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Chifuyu terminó de instalar su tienda de campaña sintiéndose orgulloso del gran trabajo que había hecho, hasta que se derrumbó frente a sus ojos. Suspiró con tristeza. Últimamente las cosas iban de mal en peor para él. Tuvo que contar hasta diez al percatarse que sus emociones estaban produciendo una pequeña ventisca de nieve a su alrededor.

—Que mal— dijo sacudiendo la nieve de sus hombros y cabeza.

Se dió ánimos una vez más para intentar armar su tienda, sino tendría que conformarse con dormir a la intemperie por aquella noche. Cuando su pequeño refugio volvió a caer, Chifuyu tuvo una rabieta que terminó cuando la nieve que se acumuló en la rama sobre su cabeza cayó sobre ésta. Lo mejor sería ir a dormir y en la mañana continuar con su pequeño viaje de reflexión.

Encendió una fogata antes de quedarse dormido. El frío de la noche le calaba los huesos, así lo mejor sería mantenerse abrigado por todos los medios necesarios.

La idea de Chifuyu de huir de la tribu por unos cuantos días era volver a reencontrarse consigo mismo y poner en orden sus emociones que estaban causando grandes estragos. Aprovechó la oportunidad en que discutió con Keisuke cuando éste nuevamente se negó a tocarlo, para tener un pretexto perfecto para escapar.

—Es un tonto— murmuró encogiéndose más debajo de sus mantas para generar más calor.

Despertó en medio de la noche, sudando a mares. Pensó que tal vez era porque la temperatura hubiese cambiado con el transcurso de las horas o que estaba durmiendo demasiado cerca de la fogata. Quitó las mantas de encima suyo y apagó el fuego para que el calor que sentía fuese más tolerable. Pero luego de que se agachara para recostarse otra vez, se dió cuenta del verdadero motivo por el cual estaba así.

—Maldición— musitó apretando los dientes, cubriendo su nuca como acto reflejo para evitar esparcir sus feromonas.

Estando al aire libre, era mucho más probable que algún alfa en los alrededores captará las feromonas de su celo y se acercara seducido por ellas. Y no se equivocó. Un enorme tipo apareció desde el bosque atraído por la dulce fragancia a chocolate del rubio.

Chifuyu intentó escapar, pero sus piernas estaban débiles debido a su celo al igual que el resto de su cuerpo. Nada pudo hacer cuando el sujeto se le abalanzó encima, con la intención de despojarlo de su ropa y reproducirse con él.

—Que bien hueles— decía el sujeto paseando su nariz cerca del cuello del omega.

El ojiazul sintió sus ojos llenos de lágrimas cuando el alfa casi arrancó sus pantalones y ropa interior dejándolo completamente expuesto. Chifuyu estaba desesperado y nada podía hacer contra la fuerza de aquel sujeto.

—B...Baji...Baji— intentaba gritar, mientras hacia su mayor esfuerzo para escapar del alfa— Ayu-ayúdame.

Chifuyu recibió dos golpes consecutivos en el rostro por parte del tipo para que dejara de moverse e intentar huir, cosa que si funcionó debido a que lo dejó muy aturdido.

Un dedo se introdujo en la entrada del chico y eso provocó que comenzara a lloriquear presa del pánico dentro de su aturdimiento.

Cuando el sujeto estuvo por golpearlo otra vez fue el preciso instante en que se vio envuelto en llamas.

Resiliencia [Omegaverse] [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora