Rescate

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La gran mayoría del grupo escuchó el grito de Chifuyu a lo lejos. Keisuke detuvo su misión imposible de derretir el hielo. Corrieron tan rápido como podían hasta llegar al río, pero sólo estaba la ropa de Chifuyu sobre la vegetación del borde.

—¿Se lo habrá llevado la corriente?— preguntó Nahoya tomando la ropa del chico y entregándosela a Baji.

—Es un buen nadador, y ya conoce como es el río por este lugar— respondió Hakkai buscando algo que estuviese fuera de lugar.

Seishu se percató que había una zona en el suelo que sólo tenía tierra. Alguien había sacado las rocas bajo ésta, además de identificar unas pisadas de alguien desconocido cerca. Keisuke apretó los dientes mientras las prendas de Chifuyu en sus manos comenzaban a quemarse. Al que se había atrevido a llevarse al chico podía considerarse desde ese momento como muerto.

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Chifuyu despertó cuando cayó de su prisión contra el duro suelo de madera. Se había quedado dormido luego de que ingresaran a su pequeña prisión móvil un polvo que le causó somnolencia profunda ¿Cuánto habrá pasado desde aquello? Sintió que debió haber sido un par de días debido a la sed y hambre que sintió.

Levantó la mirada y se encontró con la de un sujeto que estaba seguro haber visto antes. Recibió una patada en el lado derecho de su cabeza, que lo arrojó al lado contrario sobre el suelo por la fuerza con que dieron la patada.

—¡Éste no es Seishu!— gritó el sujeto encabronado.

—Tus especificaciones fueron: un omega, joven y rubio— dijo uno de los sujetos que había secuestrado a Chifuyu cruzándose de brazos.

—¡¿Dónde mierda está la cicatriz?— preguntó agarrando el rostro lastimado del omega, mostrándoles con movimientos brutos la ausencia de la marca que hablaba.

Chifuyu aún estaba aturdido por la patada por lo que era incapaz de defenderse. El hombre soltó su rostro y volvió a golpearlo con su pie dándole justo en el abdomen. Dijo que aquello se lo merecía por haberse atrevido a llevarse a su compañero. El omega se reincorporó a duras penas, intentando enfocar la imagen del sujeto. Era el tipo que los había engañado para incorporarlos al burdel de omegas, y que además era el padre del cachorro de Seishu.

—¿Dónde está él?— preguntó agarrándolo desde el cabello, jalando con fuerza.

Chifuyu guardó silencio, a pesar de que el jalón de pelo le estaba doliendo. Un cuchillo fue puesto sobre la piel de su cuello, y como advertencia le hizo un pequeño corte para demostrarle que no estaba bromeando. El rubio temblaba, pero se mantendría firme a no dar la ubicación de Seishu. El corte fue un poco más profundo, lo que provocó que el chico derramara un par de lágrimas de dolor.

—Cerca...del río— dijo temeroso que el cuchillo fuera más profundo.

El ojiazul grito de dolor cuando el cuchillo fue clavado en su hombro. El hombre le aseguró que aquello no le mataría, pero que si seguiría doliendo mucho si metía más profundo el arma. Chifuyu le rogó que se detuviera, pero el sujeto no estaba ahí para negociar. El cuchillo se hundió un poco más en su carne, haciendo que el omega diera un grito más estremecedor de dolor. Sus secuestradores no podían mirar la escena de tortura. No era agradable ser testigos de cómo un omega era tratado de aquella forma. Ellos sólo se habían enterado de la jugosa recompensa y fueron tras el chico para conseguirla. Pero no esperaban haber errado en su objetivo.

Chifuyu cayó inconsciente luego de una brutal golpiza y que el cuchillo fuera sacado a gran velocidad y volviera a entrar después de que el hombre calentara la hoja con una flama que nacía en su dedo índice. El sonido de la carne al ser quemada y el olor que desprendía era nauseabundo. Los hombres se sobresaltaron cuando el sujeto se irguió, ordenando su cabello, pidiéndoles disculpas por haber perdido la compostura. Les dijo que les entregaría la recompensa si traían a Seishu, a lo que les dió un par de día para ello, sino los mataría a ellos y al omega que le habían traído por equivocación. Ellos asintieron.

El omega fue arrastrado desde uno de sus tobillos por el hombre. Mientras tanto podría servir como entretenimiento para unos cuantos clientes de su jefe.

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Chifuyu despertó agitado cuando sintió que la cama donde había sido lanzado se hundió. Siseó por la fuerte punzada dolorosa que sintió en el hombro. Hizo contacto visual con quien había subido a la cama.

—Sshh... No hagas ruido— dijo el chico de cabellos oscuros—. ¿Tú eres uno de los tipos que se llevó a Inupi?

El omega dudó en responder. Tal vez era alguien enviado por el hombre que lo torturó para obtener información. Tragó saliva, muy nervioso, a pesar de que su boca estaba muy reseca.

—Por favor...debo encontrarlo antes de que ellos lo hagan— dijo casi suplicando—. No quiero que le hagan daño, tampoco a mi cachorro. Necesito salvarlo.

Chifuyu sintió su labio tembloroso. No comprendía nada. Se suponía que el sujeto intimidante y violento era el padre del bebé que esperaba Seishu ¿Resultaba que no era así? Miró al tipo frente a él directamente a los ojos.

—Si me sacas de aquí, te llevaré con él— dijo finalmente con decisión.

El pelinegro sonrió feliz. Dió un silbido con una tonada extraña, y antes de que Chifuyu pudiese preguntar qué había sido aquello. Una fuerte explosión se sintió muy cerca.

A la habitación entró un tipo alto y oscuro cabello, con una muy notoria cicatriz que iba desde su cabeza y atravesaba su ojo derecho. Chifuyu fue cubierto por una manta y cargado por tipo alto. Mientras huían unos cuantos sujetos más se les unieron.

—A él si lo cargas ¿Pero a mí no?— reclamó un tipo de baja estatura y cabello blanco, con unos llamativos aretes—. Eres muy injusto.

—No es momento para peleas, Izana— dijo el tipo alto reacomodando el peso de Chifuyu en sus brazos.

Una segunda explosión se escuchó a lo lejos, haciendo que el grupo de ocho sujetos comenzara a reír, jactándose del gran espectáculo que habían logrado montar en unos cuantos minutos.

Chifuyu les dió las indicaciones de cómo llegar a dónde estaban instalados, rogando por dentro no haberse equivocado en confiar en ellos. Con el poco orgullo que le quedaba, y haciendo un esfuerzo sobrehumano, trató de caminar por si mismo. Pero ahí se dió cuenta de que tenía un pie seriamente lastimado, al parecer había sido quemado mientras estaba inconsciente.

—¡Wow!— exclamó uno de los tipos del grupo agarrándolo antes de que cayera al suelo cuando perdió el conocimiento una vez más.

—Debimos haber matado a ese tipo cuando tuvimos la oportunidad— comentó uno de estatura mediana ajustando sus gafas—. Mi hermano ya lo tenía.

—Hubiera sido muy fácil. Tengo otra cosa preparada para esa sabandija— dijo Izana con una sonrisa sádica.

El sujeto que cargaba a Chifuyu se mantuvo en silencio en todo momento, mientras los demás entablaban diferentes conversaciones. Todavía quedaba un largo tramo por recorrer.

Resiliencia [Omegaverse] [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora