Quackity está muy interesado en el mejor amigo de su hermanastro, incluso, le ha llegado a coquetear.
Pero aquel chico siempre ignora sus coqueteos o se ríe de ellos tomándolo como broma.
¿Por qué parece que todos están en su contra? ¿Por qué no pue...
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El ojivioleta abrió la puerta de su hogar y entró acompañado de un chico de cabello blanco, habían tenido una linda cita.
–Me alegro que hayan llegado ¿Quieren comer? –preguntó la mujer de ojos marrones.
–Muchas gracias, Laura –sonrió el azabache– pero fuimos a una pizzeria –respondió alegre.
La mujer soltó una pequeña risita –Está bien, ¿podrías traer a Quackity? se fue con su primo Beni, creo que Luzu los invito a pasar la tarde, en realidad no me dijeron mucho sobre eso –dijo un tanto confundida.
–Creí que el que estaba viendo la televisión era Quackity... –dijo desconcertado.
–Oyeme! –el chico de playera roja giró levemente su cuerpo para mirar al ojivioleta– Yo jamás te he faltado al respeto... Al menos, no en tu presencia.
Samuel frunció el ceño y estaba por responder pero el mexicano se adelantó.
–Quackity es feo comparado conmigo –una sonrisa engreída se dibujo en su rostro– así que no quiero que tu boca vuelva a hablar de mi si no es para decir que me veo tremendamente hermoso –se cruzó de brazos y el de cabello pálido puso los ojos en blanco.
–Cochi... –llamó la mujer en un tono serio.
–Ta'bien, Tía Lau –se humedecio los labios y volvió a acomodarse en el sofa– me calmo.
–¿Quackity está en la casa de Luzu? –preguntó enfadado.
La mujer de cabello chocolate asintió con una pequeña sonrisa en su rostro, Samuel rápidamente tomó la mano de su novio y ambos salieron de la casa, adentrándose nuevamente en el auto para luego dirigirse a la casa de Luzu.
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El primo del menor soltó un suspiro y salió de la habitación, caminó por el pasillo hasta llegar a las escaleras, las cuales bajó tranquilamente, hasta que visualizó al ojivioleta con una expresión seria en su rostro.