Quackity está muy interesado en el mejor amigo de su hermanastro, incluso, le ha llegado a coquetear.
Pero aquel chico siempre ignora sus coqueteos o se ríe de ellos tomándolo como broma.
¿Por qué parece que todos están en su contra? ¿Por qué no pue...
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En Los vestidores, solamente se encontraban dos chicos, uno de cabello negro y otro castaño, aquellos que en un pasado habían sido unos tontos enamorados y ahora solo eran mejores amigos.
–¿Qué fue todo eso, Luzio? –preguntó serio.
–Eso fue una interpretacion de Taylor Swift por las porristas –respondió despreocupado.
–Tú y yo tenemos un trato... –lo interrumpió.
–Teníamos... Samuel –los rubíes se encontraron con los amatista– No quiero continuar con ese absurdo acuerdo que tenemos, no pienso seguir tolerando como cualquiera tiene la oportunidad de acercarse a Quackity menos yo, cuando yo soy el que le gusta –dijo arrugando el entrecejo.
–Hablas como si tuvieras la oportunidad de poder luchar por él –se humedeció los labios– Mejor rindete.
–No... No me rendiré –cerró su casillero– Y si tengo la oportunidad o no, es algo que Quackity decidirá... No tú –habló seguro de sus palabras.
El azabache se sorprendió por las palabras dichas de su mejor amigo.
–Mañana iré con una terapeuta –se humedeció los labios– Creeme que si cambiaré.
–No cambia tu pasado y cuando Quackity se entere... –volvió a ser interrumpido.
–Ya lo sabe –confesó.
Hubo silencio por un par de segundos, el castaño estaba esperando a que su mejor amigo dijera algo, pero el azabache no sabía que decir, ese detalle no se lo esperaba.
–Hice todo esto para pedirle una oportunidad para nosotros, para que me brinde una pizca de su confianza y demostrarle que no le haré lo mismo que te hice a ti y a los otros –habló con seguridad.
El azabache soltó un suspiro– ¿Y cuando has cumplido con tus promesas? –fue un golpe bajo para Luzu aquella pregunta– No permitiré qué le hagas daño a Quackity, con o sin nuestro acuerdo, no permitiré qué ese "nosotros" –hizo comillas con sus dedos– Llegue a ocurrir entre ustedes.
El ojivioleta cerró su casillero y se dió media vuelta con la intención de irse de una vez a su casa, para poder descansar después de un largo día.
–Tú no eres el que decide eso, Vege... –se humedeció los labios– Lo decide Quackity...
–Es solo un niño... –habló en un tono serio.
–Es un adolescente... Al igual que nosotros –arrugó el entrecejo.
–Es un niño que no sabe nada sobre el amor y las desiluciones amorosas al nivel qué tú las causas –atacó enfadado.