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El ojivioleta soltó un suspiro cuando enderezó su postura, los autos no eran lo suyo, a Vegetta le atraía más aquella época donde la nobleza se paseaba en carruaje, hacían elegantes fiestas para presentar a las jóvenes casaderas, castillos con una...

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El ojivioleta soltó un suspiro cuando enderezó su postura, los autos no eran lo suyo, a Vegetta le atraía más aquella época donde la nobleza se paseaba en carruaje, hacían elegantes fiestas para presentar a las jóvenes casaderas, castillos con una arquitectura fascinante y caballeros protegiendo el pueblo, y por supuesto, al rey.

Cuando Samuel era un niño, su mamá solía contarle cuentos sobre príncipes enamorados de princesas hermosas y educadas, Vegetta era tratado como todo un príncipe cuando pequeño y su mamá lo apodaba como tal "príncipe".

Pero cuando creció, se dió cuenta que no quería una hermosa princesa con la cual, compartír toda su vida "hasta que la muerte los separé", cuando comenzó a enamorarse de Luzu, se dió cuenta de eso.

Quizás... Él tenía el complejo de princesa y buscaba a un príncipe.

Definitivamente, el sueño de Samuel era experimentar, al menos por una vez, aquella época tan formal pero al mismo tiempo tan conservadora...

Pensándolo mejor...

No, no quiere.

Listo –soltó un suspiro y luego sonrió– Te dije que sabía cambiar la llanta.

–Tardamos demasiado –miró la hora de su teléfono– Debemos irnos ya, no es seguro que Quackity camine solo por las calles a esta hora.

–Tú mismo lo dijiste, ya es tarde –se recargó en el auto– Seguramente Quackity ya está en camino, y si algo sucede, él nos llamará –sonrió levemente.

Vamos por el niño –dijo serio y caminó a la puerta del copiloto.

El albino negó haciendo ligeros movimientos de cabeza y estaba por abrir la puerta de su asiento, un vehículo se estacionó justo frente al suyo.

Willy alejó su mano de la puerta y metió ambas manos a los bolsillos de su chaqueta verde. Por el lado de Samuel, éste arqueó una ceja al reconocer el auto de su mejor amigo, quien no tardó en salir de su vehículo, lo rodeó hasta llegar a la puerta del copiloto y abrirla.

Visualizando a su hermanito salir del auto de aquel traídor.

¿Qué? –preguntó en un susurro.

Hola chicos –saludó el castaño mientras entrelazaba sus dedos con los de Quackity.

Luzu estaba feliz, Quackity había aceptado darle una última oportunidad y ahora podía besarlo, abrazarlo, hablar con él y tomar su mano cuando él quisiera, y eso no se lo podía prohibir su mejor amigo, porque había sido decisión del mexicano.

¿Qué estás haciendo, Vlogs? –preguntó extrañado y un poco molesto al ver las manos unidas.

Traje a Quackity a casa –respondió restándole importancia a la notable molestia del ojos amatista.

¿𝑃𝑜𝑟 𝑄𝑢𝑒́ 𝑌𝑜 𝑁𝑜? ༒︎ℒ𝓊𝒸𝓀𝒾𝓉𝓎ت︎༒︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora