Quackity está muy interesado en el mejor amigo de su hermanastro, incluso, le ha llegado a coquetear.
Pero aquel chico siempre ignora sus coqueteos o se ríe de ellos tomándolo como broma.
¿Por qué parece que todos están en su contra? ¿Por qué no pue...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La suspensión de clases que Quackity había obtenido por su pequeña broma a su profesor, no le había disgustado para nada, ahora podía llorar todas las noches sin preocuparse por ir al colegio al día siguiente. Se había ganado un regaño y un enorme sermón sobre su conducta pero al menos, ya no tenía que levantarse temprano para esforzarse en su apariencia y preocuparse porque el chico que le gusta lo viera como el chico mas bonito del mundo.
Y quizás, Quackity no solo le parecía bonito a Luzu...
Pero ya no importaba, porque Luzu nunca lo tomaría en serio, Luzu jamás lo llegaría a querer tanto como el mexicano lo quiere a él, Quackity solo sería uno más de su lista.
O al menos, eso pensaba Alexis.
-¿Aguas locas? -preguntó el de ojos marrones.
-La juventud de hoy en día... Está bien pendeja, Quackity -dijo antes de darle un sorbo a su lata de soda.
-Ujum... -afirmó el mexicano en un balbuceo- Te apuesto lo que quieras a que uno se muere.
-O se quedan ciegos -sonrió divertido el otro mexicano de ojos oscuros.
-Ya veremos -le dio una mordida a su barra de chocolate y sus papilas gustativas se maravillaron con el dulce sabor del chocolate.
Los chicos miraron aquella novela mexicana, sentandos en el sofa de la casa de Alexis, mientras comían algunos dulces y fruta picada, también agregando críticas en cada escena de aquel capítulo que veían.
-¡Verga! -gritó el chico con gorrito.
-¡Te lo dije! -soltó una pequeña risita.
-No se vale, cabron! -frunció el ceño y miró a su amigo- Tú ya lo había visto -reclamó.
-Me debes una apuesta, Quackity -dijo mientras clavaba las puntas de su tenedor en un cubo de toda la fruta que se encontraba en el tazon de cristal.
-Mamadas -murmuró molesto y luego tomó el tenedor de su amigo para meter el pedazo de fruta a su propia boca.
-Mi piña... -dijo el azabache en un tono bajo mientras observaba como su amigo masticaba la fruta que le habían arrebatado.
El típico tono de llamada que Quackity tenía en su teléfono, interrumpió la pequeña discusión de ambos mexicanos, el de ojos marrones respondió la llamada al percatarse que se trataba de su mejor amigo.
-Llegas tarde, tetona -dijo antes de tragarse su bocado.
-El entrenador nos está volviendo locos, se ve muy estresado por el partido del sábado... -se escuchaba cansado y de fondo se escuchaba el eco de voces, el balón y las rutinas de las porritas.