Quackity está muy interesado en el mejor amigo de su hermanastro, incluso, le ha llegado a coquetear.
Pero aquel chico siempre ignora sus coqueteos o se ríe de ellos tomándolo como broma.
¿Por qué parece que todos están en su contra? ¿Por qué no pue...
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El ojivioleta terminaba de ponerse las botas de goma que siempre utilizaba en días lluviosos o cuando quería hacer un poco de jardinería, sonrió cuando se miró en el espejo y se sintió muy satisfecho con su apariencia, abrió la puerta de su habitación, bajó los escalones con cuidado, a veces sus botas era un tanto resbalosas y cuando salió al jardín trasero de su casa, se encontró con su novio, quien estaba intentando abrir una bolsa de fertilizante.
–¿Sabías que... Encargarte de tu jardín aparte de ser entretenido, es bastante bueno para reducir el estrés? –habló el ojivioleta mientras se acercaba al de cabello blanco.
El de ojos verdes formó una pequeña sonrisa con sus labios y pocos segundos después abrió el fertilizante.
–Me alegra que quieras distraerte de tus problemas haciendo este tipo de cosas, Vege –clavó una pequeña pala en dentro de la bolsa.
Se encogió de hombros– No puedo estar enfocado en Quackity y Luzu todo el tiempo, a veces yo también necesito tiempo para mí.
–Así se habla –se levantó del suelo y depositó un pequeño beso en los labios de su novio– Entonces... Empecemos –dejó un pequeño y rápido beso en la mejilla derecha del ojivioleta.
Samuel dibujó una linda sonrisa en su rostro y luego asintió con suaves movimiento de cabeza.
–¿Y gato de Quackity? –preguntó intentando sacar un tema de conversación.
–Está dormido en mi habitación –respondió con una pequeña sonrisa y al mismo tiempo, abría un empaque de semillas.
–Es un gatito muy lindo –comentó honesto.
–Si... –soltó una pequeña risita– Supongo que ya se acostumbró a nosotros, ya no se queja como antes lo hacía –miró de reojo a su novio unos segundos– Ahora solo se pasea por ahí y de vez en cuando maúlla cuando tiene hambre o quiere ser mimado.
–Que envidia... Ese gato tiene tu atención desde el primer día y yo tuve que esforzarme por meses.
Ambos soltaron una pequeña risita– El que persevera alcanza.
El de cabello pálido asintió– Muy cierto.
Pocos segundos después, se escuchó como la puerta principal de la casa se azotaba, ambos chicos se miraron un tanto confundidos pero después continuaron en lo suyo hasta que la voz de mexicano se hizo escuchar.
–VEGETTAAAAA –gritó buscándolo.
–El chico te está buscando... Que raro –dijo confundido pero sin darle mucha importancia.
El azabache soltó un suspiro y luego se puso de pie– Iré a ver que quiere.
El de ojos amatistas se adentró a su casa, así encontrandose a su hermanito con la respiración agitada y mirándolo finamente.