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Al principio, el camino estuvo callado pero después, un chico de ojos rubíes decidió abrir la boca para dar inicio con la conversación pendiente

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Al principio, el camino estuvo callado pero después, un chico de ojos rubíes decidió abrir la boca para dar inicio con la conversación pendiente.

Sobre lo de anoche... –el azabache lo miró atento– Tengo muchas cosas que contarte, muchas de las que no estoy seguro porque por alguna razón... –detuvo el auto cuando el semáforo cambió a rojo– Tengo el presentimiento de que todo terminará mal.

–Si todo el tiempo creés que ocurrirán cosas malas, ocurrirán... –sonrió levemente– Algunos le llaman "Ley de Atracción" –hizo comillas con dos de sus dedos de la mano derecha.

El castaño sonrió levemente y continuó con su camino –No quiero que nuestra historia se acabe cuando aún no ha empezado –carraspeo la garganta, intentando concentrarse en el camino.

Te equivocas, nuestra historia comenzó aquel día que te tiré el café encima –dijo el menor mientras comenzaba a sentir las mejillas calientes.

Luzu soltó una pequeña risita al recordar ese día, al mismo tiempo que  el mexicano comenzó a jugar con sus dedos.

Te contaré todo, Quacks... –el menor arqueó una ceja– Todo lo que tienes que saber y no quiero interrupciones... –dijo un tanto nervioso.

El azabache no entendía de que hablaba su chico, no sabía si restarle o sumarle importancia, sólo se quedó callado porque no sabía que responder.

Pero no te lo diré ahora, tienes que trabajar –detuvo el auto frente a la cafetería donde trabajaba el azabache.

El chico de ojos marrones miró unos segundos el local donde trabajaba y luego giró el rostro para encontrarse con los rubíes del castaño, aquel castaño que lo volvía loco, aquel a quien le había dedicado tantos suspiros, aquel que le alegraba el día con sólo verlo.

Aquel que era el amor de su vida.

Gracias por traerme... –una pequeña sonrisa se dibujó con sus labios.

Pasaré por ti en la noche y... –carraspeo la garganta– te llevaré a un lugar para que tú y yo hablemos –se acercó un poco más al azabache– Sin preocuparnos de qué alguien llegue a interrumpirnos.

El menor tragó pesadamente su saliva y bajó su mirada hacia los labios ajenos, aquellos que había tenido la suerte de tocarlos la noche pasada.

Aquellos que ansiaba por volver a sentir sobre sus suyos.

Me parece una buena idea –respondió intentando disimular sus nervios pero los latidos de su corazón no lo dejaban concentrarse.

Muy bien –sonrió levemente y tomó su distancia– Que tengas un excelente día, Quacks –miró atento al chico que lo acompañaba.

¿𝑃𝑜𝑟 𝑄𝑢𝑒́ 𝑌𝑜 𝑁𝑜? ༒︎ℒ𝓊𝒸𝓀𝒾𝓉𝓎ت︎༒︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora