Quackity está muy interesado en el mejor amigo de su hermanastro, incluso, le ha llegado a coquetear.
Pero aquel chico siempre ignora sus coqueteos o se ríe de ellos tomándolo como broma.
¿Por qué parece que todos están en su contra? ¿Por qué no pue...
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–¿Extrañas hablar con Samuel? –preguntó de la nada el de ojos marrones.
Ambos chicos se encontraban acostados sobre la cama, con mascarillas en el rostro y música de fondo, una playlist que ambos habían creado.
El castaño se quedó callado durante algunos segundos, no porque no supiera que respuesta darle a su novio, si no por el como éste reaccionaria, tenía miedo de que Quackity se pusiera celoso, se enojara con él y terminarán peleados.
–Samuel... Es mi mejor amigo desde hace siete años, Quacks... –soltó un suspiro– Estoy acostumbrado a hablar con él, estoy acostumbrado a su compañía, estoy... Acostumbrado incluso a sus regaños y quejas.
El menor sonrió levemente al mismo tiempo que sentía cosquillas en el pecho pero esta vez no era una sensación agradable, otra vez se sentía celoso de Vegetta, una vez más se sentía celoso de su hermanastro, sin duda, Samuel era una persona fundamental en la vida de Luzio.
Y él nunca lograría ocupar ese lugar.
Y no quería.
Para Luzu, Samuel era su mejor amigo.
Quackity no quería solo ser el mejor amigo de Luzio Vlogs, quería serlo todo.
Su novio, su esposo, el amor de su vida, el padre de todas las mascotas que adoptarían, sonaría cursi o ridiculo pero quería envejecer junto a Luzu.
Quería toda una vida con Luzu.
Si tan solo supiera... Que tiene más de una vida con él.
Quackity se volvería loco si supiera de todas sus reencarnaciones.
–Algún día... Aceptará lo nuestro, Lusu... –consoló el mexicano.
El castaño se quitó la mascarilla, se limpió el rostro con una pequeña toalla limpia y luego tomó asiento a un lado del azabache, que lo miró atento conservandose cómodamente acostado.
–Lo sé... Pero por ahora, sigue siendo incómodo –sonrió levemente– No te preocupes, Quacks.
El azabache miró en silencio a su novio durante unos segundos más, luego tomó asiento justo frente al castaño, se quitó la mascarilla, tomó una toalla limpia que antes le había ofrecido Luzu y procedió a limpiarse el rostro.
–Me preocupo porque no estas feliz –llevó su mano derecha hasta la mejilla de su novio– He visto como tu sonrisa se va cuando Samuel se pone mamon y te ignora –frunció levemente el ceño.
–Me merezco su desprecio... –comentó en voz baja.
–Te mereces la oportunidad de cambiar y ahora te estas esforzando por lograr eso... –se humedeció los labios– Siento que Samuel está siendo muy injusto al no ponerse en tus zapatos.
